No queda mucho. La presión del 75 % de la población ha llevado a que quede pocos del bosque de la región andina: solo 25 % de remanente de acuerdo con Edgar Ernesto Cantillo, profesor e investigador de la Universidad Nacional.
Territorios arrasados por la pobreza y las necesidades de la gente y por la desidia de un Estado que no ha ejercido un control para evitar que hoy la zona andina de Colombia sea un peladero con viviendas. Y cultivos extensivos que han hecho daño.
En las partes más bajas, recordó el profesor, se asentaron clases con poder para expandir la ganadería, mientras que en las altas la producción de leche, carne y papa son responsables de la elevada deforestación.
Solo la zona media conserva mayor biodiversidad representativa de las partes alta y baja, pero es la más intervenida debido a los cultivos de café y caña de azúcar.
La alta deforestación no ha dejado mucho. Pese a los bosques que conserva el país, no se aprovecha la madera de modo racional, tampoco se piensa en un manejo diversificado para preservar servicios ambientales como la regulación hídrica, la retención de carbono y el mejoramiento de la calidad del aire.
Para Cantillo, "el país podría producir de 15 a 30 millones de metros cúbicos de madera" (sostenible) precisó el profesor y así se disminuiría la presión al remanente de bosques.
Pese a ello, solo en 2017 se importó madera por US$200 millones.
Un manejo errado pese a la riqueza biótica.
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