miércoles, 30 de octubre de 2024

Se comieron 10 millones de peces en un momentico

El pequeño capelán que migra desde el Ártico hacia las costas de Noruega para desovar. Foto Public Domain


Ha sido la comilona marina más grande registrada a hoy. Un verdadero banquete se dieron los bacalaos del Atlántico, que con voracidad degustaron semejante manjar.

El cuento es el siguiente:

Cada febrero millones de peces capelanes migran desde el borde del hielo Ártico hasta afuera de las costas de Noruega y allí ponen sus huevos para dar paso a la siguiente generación. Esa costa noruega es sitio donde hacen escala los bacalaos del Atlántico, que migran hacia el sur.

Oceanógrafos del MIT y de Noruega estaban explorando un parche de aquella costa cuando se toparon con la gran sorpresa. El grupo observó la interacción entre individuos de bacalaos y los capelanes.

Los capelanes son un buen plato para los bacalaos. Los investigadores, con una técnica sónica rastrearon una amplia zona marina y observaron cómo los capelanes comenzaron a agruparse en un enorme cardumen. En respuesta, los bacalaos se agruparon también.

Luego vino lo que sucedió: en pocas horas, los bacalaos se tragaron al menos 10 millones de capelanes, más de la mitad del cardumen. Es el más largo y grande evento de depredación observado, tanto en cuanto a individuos involucrados como al área en donde ocurrió la gran cena.

Para la población de capelanes en general no es una gran pérdida. Se estima que los bacalaos apenas se comieron el 0.1 % de los capelanes que viven en esa región. Sin embargo, a medida que el cambio climático hace que el hielo del Ártico se retraiga, los capelanes tendrán que viajar más para desovar, con lo que la especie queda más estresada y vulnerable a los eventos de depredación como el observado.

Nicholas Makris, profesor de ingeniería mecánica y del océano en el MIT, explicó que "En nuestro trabajo estamos viendo que eventos naturales catastróficos de depredación pueden modificar el equilibrio depredador-presa en cuestión de horas", y aclaró que "Este no es un gran tema para una población sana con muchos centros de población distribuida espacialmente o hotspots ecológicos. Pero a medida que el número de esos hotspots disminuya debido al cambio climático y las presiones antropogénicas, el tipo de depredación catastrófica natural que vimos podría conducir a consecuencias dramáticas para esas especies así como para las que dependan de ellas".

El estudio fue publicado en Communications Biology.

Uno de los bacalaos del Atlántico, que a veces se pegan una gran comilona con los capelanes que migran. Foto Wikipedia


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