En el año 1181 una estrella comenzó a brillar mucho hacia la constelación Cassiopeia y lo hizo durante unos seis meses. Del hecho quedó registro en astrónomos de China y Japón de ese entonces. Fue una explosión de supernova.
Desde entonces muchos astrónomos se dedicaron a encontrar los restos de la supernova, que se encontraron en 2013: una nebulosa en el punto donde fue la explosión, hallada mediante un proyecto de científicos ciudadanos.
Posteriores observaciones lo confirmaron y la nebulosa se denominó Pa 30, compuesta por el material eyectado desde la estrella, una enana blanca, cuando explotó como supernova. En 2023 se descubrieron extraños filamentos en esa estructura, que semejan los pétalos de una flor muy conocida: el diente de león.
Ahora, con el Observatorio W. M. Keck en Maunakea, Hawái, astrónomos hicieron el mapa de los filamentos en tres dimensiones y la velocidad a la que se expanden: la nebulosa se expande a 1000 kilómetros por segundo y lleva cientos de años en ese movimiento.
Los astrónomos saben que los extraños filamentos fueron generados por la supernova, lo que no saben es cómo y cuándo.
Eso sí, se trató de una supernova parcial, pues un pedazo de la estrella sobrevivió quedando como una estrella zombie. Un tipo de explosión denominado Iax.
Formas sorprendentes de un cosmos que todavía no se comprende del todo.
El estudio fue publicado en The Astrophysical Journal Letters.
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