Para entender más el envejecimiento humano, ahora hay científicos que no estudian a los humanos sino... a los gatos.
Los ratones, que son utilizados para muchos otros estudios, no son ideales para esto porque no viven tanto y su cerebro no alcanza a deteriorarse. Los perros tampoco, porque han sido tan mezclados para obtener diferentes rasgos que eso afecta las investigaciones.
A medida que el gato envejece, su cerebro presenta signos de atrofia y declive cognitivo que semeje más el deterioro que se observa en el envejecimiento humano.
Pero claro, para estudiar el envejecimiento en humanos se recurre a varias especies, no a una sola. Pero ahora hay un grupo que estudia más los pequeños gatos, que son más puros, por llamarlo de alguna forma, que el otro animal no humano de compañía, el perro.
Existe un proyecto, Translating Time, que compara el desarrollo cerebral de más de 150 especies de mamíferos y ahora incluye el envejecimiento. La esperanza es que los datos recogidos ayuden a entender las causas de las enfermedades relacionadas con la edad, en particular condiciones que afecten el cerebro, como el alzheimer.
Ante las dificultades que presenta el trabajo en laboratorio con estos animales, se ha mirado a los animales no humanos de compañía. De hecho hay otro proyecto, Dog Aging Project, de científicos de la University of Washington en Seattle y Texas A&M Universityen College Station, que siguen a miles de perros para aprender más sobre cómo su genética, modos de vida y ambiente afectan su envejecimiento.
Pero cientos de estar modificándolos han influenciado el envejecimiento y la enfermedad en ellos, de acuerdo con Christine Charvet, neurocientífica comparativa en Auburn University College of Veterinary Medicine en Alabama, Estados Unidos. En cambio los gatos viven en promedio un poco más que los perros, dice, y en general no han sido tan manipulados sobre ciertas características, algunas de las cuales también aumentan el riesgo de enfermedad.
Hasta ahora han recolectado registros de salud y resultados de análisis de muestras de sangre de miles de felinos y tomado imágenes cerebrales de más de 50. Utilizando sus datos y los publicados en la literatura científica, el grupo está completando eventos a lo largo de la relación no lineal entre las edades de gatos y humanos. Un gato de un año de edad, por ejemplo, es casi el equivalente a un humano de 18 años. Pero en el siguiente año, el gato envejece solo cuatro años humanos y es el equivalente a una persona madura de 22 años.
A la edad de 15 años, el gato es un octogenario en términos humanos. Algunos experimentan declive cognitivo entonces, y las imágenes recolectadas revelan cambios en el volumen cerebral que semejan los observados en humanos ancianos. Estudios previos han mostrado que los gatos pueden acumular placas y ovillos de proteínas anormales similares a las características del alzheimer en humanos.
El trabajo con gatos fue presentado en la Conferencia sobre Neurobiología Comparativa y Evolutiva cerca a Seattle, Washington.
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