El agujero fue mayor a comienzos de septiembre. Foto Nasa/NOAA
Si no existiera la capa de ozono encima de nuestras
cabezas, arriba en la atmósfera, la vida sería muy diferente en nuestro
planeta.Si hubiésemos sobrevivido, enfermedades de la piel serían comunes,
entre ellas el cáncer, si las personas no se resguardaran.
Pero existe esa capa, que por acción humana comenzó a
desaparecer y formar un gran agujero sobre la Antártida, hecho descubierto en
1982.
Desde entonces el monitoreo es constante y ante la
gravedad del hecho, las naciones suscribieron en 1987 el Protocolo de Montreal
para eliminar el uso de unas sustancias químicas que estaban afectando el
ozono: los clorofluorocarbnonos CFC y otras afines.
El hoyo ha crecido, pero con el paso de los años, ante el
control establecido, comenzó a disminuir. El clima también tiene un papel
activo en este proceso.
La buena noticia ahora, divulgada esta semana por
científicos de la Nasa y la oficina del océano y la atmósfera de Estados Unidos
NOAA, es que este año el agujero fue el menor desde 1982. Se debe a patrones
anormales en la atmósfera superior sobre
la Antártida que evitaron que se agotara el ozono en septiembre y octubre,
cuando se forma.
Este año el agujero alcanzó 16,3 millones de kilómetros
cuadrados en septiembre 8 y se encogió a 10 millones el resto del mes y en
este.
En años con condiciones normales de clima llega a 21
millones de kilómetros cuadrados.
Paul A. Newman, jefe científico de Earth Sciences en el
Centro Goddard de la Nasa comentó:
“Es una gran noticia para el ozono en el Hemisferio Sur.
Pero es importante reconocer que lo que estamos viendo este año se debe a
temperaturas estratosféricas más elevadas. No es que el ozono atmosférico se
haya recuperado vía fast track”.
El ozono es una molécula de tres átomos de oxígeno. La
capa está a unos 15 a 30 kilómetros sobre nosotros y rodea todo el planeta,
protegiendo la vida de los nocivos efectos de los rayos ultravioleta.
Este es el tercero en 40 años en que los sistemas del
tiempo provocaron temperaturas más altas que limitan la reducción, según Susan
Strahan, de la Nasa.
El Protocolo de Montreal ha impedido que el agujero crezca
año a año y se espera que se cierre hacia 2070.
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