Dormir de 6 a 9 horas reduce riesgo de ataque cardiaco. Foto Wikipedia
Si quiere vivir más años, dormir lo suficiente es una
manera de lograrlo. Es un consejo de especialistas médicos y la literatura médica.
8 horas se recomienda, así muchos autores discutan eso y hablen de que cada
caso es diferente.
Pero dormir poco o exagerar el tiempo en cama, es
contraproducente. Eso sugiere un nuevo estudio.
¿Entonces cuánto es lo ideal? Ni menos de 6 ni más de 9 dice
esta investigación publicada en el Journal of the American College of
Cardiology.
Es que estar fuera de esos límites aumenta el riesgo de
enfermedad cardiovascular aún si la persona no es fumadora ni tiene
predisposición genética al deterioro del corazón.
El estudio fue de investigadores de la University of
Colorado Boulder y se basó en información de casi 500 000 personas.
“Es la mejor prueba hasta ahora de que la duración del
sueño es clave cuando se trata de la salud del corazón y esto es verdadero para
todos”, dijo la autora senior,
Celine
Vetter, profesora de Integrative Physiology.
Vetter y coautores del Massachusetts General Hospital y University
of Manchester analizaron la información genética y los datos de los hábitos de
dormir y récords médicos presentados por los 461 000 participantes del IK
Biobank. Los participantes tenían de 40 a 69 años de edad que no habían tenido
ataque del corazón y fueron seguidos por 7 años.
Comparados con quienes dormían de 6 a 9 horas, aquellos
que dormían menos de 6 tenían riesgo 20 % mayor de un ataque. Y el riesgo era
del 34 % para quienes dormían más de 9 horas.
Al estudiar las personas con predisposición genética a
enfermedad cardiaca, dormir de 6 a 9 horas cortaba el riesgo de un ataque al
corazón de 18 %.
“Este es un mensaje esperanzador, de que a pesar de su
riesgo heredado de ataque cardiaco, dormir lo suficiente reduce el riesgo tal
como una dieta sana, no fumar y otros cambios den el estilo de vida”, dijo la
cabeza del estudio, Iyas Daghlas, de Harvard.
Tras considerar 30 factores adicionales, desde la
composición corporal, la actividad física y la salud mental, encontraron que la
duración del sueño por sí misma influía en el riesgo de ataque independiente de
todos esos otros factores.
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