Una enorme ballena azul en la superficie. Foto NOAA.
Sorpresas te la vida, sorpresas te da el corazón… de una
ballena azul.
Científicos estadounidenses midieron por primera vez la
frecuencia cardiaca de uno de estos enormes cetáceos y lo que encontraron fue
una gran sorpresa.
¿Por qué? David Cade y su grupo encontraron que el pulso
de la ballena bajaba hasta los dos latidos por minuto cuando estaba sumergida o
buscando comida. Pero cuando subía a la superficie para respirar aumentaba a 37
latidos por minuto al reoxigenar su sangre.
¿Poco o mucho? Para ponerlo en términos humanos: equivale
a 20 latidos por minuto y luego aumentar a 400. En ambos casos, fatal para una
persona.
¿A qué se debe esa variación? Los dos latidos por minuto
cuando se sumerge es una adaptación para conservar el oxígeno durante los 12 a
16 minutos que pasa debajo del agua en
una zambullida para alimentarse, explicó Cade.
Para el estudio, el grupo diseñó un monitor especial del
ritmo cardiaco, que incluía un electrocardiograma en un empaquetamiento estándar
de sensores que se adhiere a la ballena con unas copas de succión.
No es una maniobra sencilla. Tuvieron que salir al área
de la bahía de Monterrey, California, encontrar una ballena que se comportara
tranquila y anduviera lenta cercana a la superficie para poder adherir el
dispositivo.
Fue una maniobra complicada y con alto nivel de
coordinación. Solo se disponía de unos segundos para adherir el sensor.
Por fortuna, al primer intento lo lograron y así
recibieron información durante dos días cuando lo zafaron de la ballena y lo
recuperaron.
El investigador explicó que la tasa de 37 latidos por
minuto es la más alta que el animal
puede manejar, dado que le toma casi dos segundos bombear 220 litros de
sangre que circula con cada latido.
Esta sería además la razón por la cual no existe un
cetáceo más grande que la ballena azul.
El corazón de una criatura más grande posiblemente no podría latir tan rápido
en la superficie para recobrar el oxígeno perdido al nadar en la profundidad.
La ballena azul o rorcual azul, Balaenoptera musculus, puede pesar hasta 170 000 kilos y medir 30 metros, el animal más grande de la Tierra.
El estudio fue publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
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