El nivel del mar afecta ya gran infraestructura y amenaza decenas de ciudades. Foto Wikipedia
Mientras el planeta se recalienta, se deshacen el Ártico
y la Antártida, aumentan el nivel del mar y la fuerza de las tormentas y el
océano se torna más ácido y duro para la vida, en Madrid los países del mundo
fracasaron en su intento de ponerle freno a todo esto y demás problemas serios
derivados del calentamiento global y el consiguiente cambio climático.
El Acuerdo de París sigue en el aire. Los compromisos de
reducción de gases de invernadero no se han cumplido. Hasta antes de la Conferencia
de las Partes (COP) 25 que acaba de terminar en Madrid, reunión anual de los
miembros de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC),
75 % de las promesas de 184 países eran insuficientes para cumplir la meta
deseada: que la temperatura de la Tierra no aumente más de 1,5° Celsius con
respecto a la era preindustrial (años 1750).
Tras Madrid, la situación va a empeorar. Un informe
previo a la COP25, del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente,
sostenía que había que reducir 7,6 % las emisiones anuales de gases de invernadero
hasta 2030 para lograr la ansiada estabilización y el cumplimiento de metas.
Entonces, no se va a lograr. En esta cumbre solo se logró
un llamado más a realizar esfuerzos más ambiciosos. Solo 84 países se
comprometieron a presentar planes más duros de reducción a 2020,, incluidos
Alemania, Francia, España y el Reino Unido, pero… no están Estados Unidos,
China, India y Rusia, que emiten 55 % de aquellos gases.
(Estados Unidos se retiró del Acuerdo de París, medida
que regirá en 2020).
Con las promesas actuales, la temperatura de la Tierra se
encamina a sobrepasar los 3,2° Celsius que serían catastróficos para numerosas
especies y para muchos hábitats humanos: aumentaría la escasez del agua, el mar
afectaría a más y más ciudades costeras, desaparecerían los glaciares y habría
hambrunas por las nuevas condiciones para la agricultura. Las olas de calor que
matarían decenas de miles de personas serán más fuertes y frecuentes.
Aunque todas estas son proyecciones, se basan en los más
serios estudios de la ciencia, que de nuevo fue ignorada por el poder político.
En la COP25 tampoco se logró un acuerdo sobre uno de los
mecanismos más analizados y también discutidos: el mercado de carbono, por el
cual quienes emitan de más pueden compensar a países que emiten menos. No hubo
siquiera un texto mínimo aprobado.
¿Qué sigue? Esperar acciones individuales de países,
grandes conglomerados económicos, Ong y ciudadanos no solo para mantener la presión
sino para bajar un poco la huella de carbono.
Pero mientras los grandes emisores prosigan con su
actitud, la vida en la Tierra se verá cada vez más afectada por el cambio
climático que promueve una Tierra diferente a la que hemos disfrutado desde que
los primeros humanos aparecieron en África hace 200 000 a 300 000 años.
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