sábado, 7 de junio de 2025

Resuelven crimen con adulterio, un sacerdote y una aristócrata

Copia de una de las cartas del arzobispo de Canterbury sobe el caso de la aristócrata mujer y el clérigo asesinado. Imagen John de Stratford, con permiso de Hampshire Archives


El sacerdote se enredó con la noble mujer y las intrigas comenzaron. La castigó el obispo, dicen que su amante tuvo que ver, entonces se vengó: lo mató.

Podría ser una historia muy actual, pero no es así. Ocurrió en Inglaterra en el siglo 14, lo nuevo es que ahora investigadores hallaron más evidencias que imputan a la susodicha mujer. A John Forde, el malogrado religioso, lo degollaron en una concurrida calle londinense. 

Este caso es uno de cientos catalogados por el proyecto de Mapas de Asesinatos Medievales del Institute of Criminalogy de Cambridge University.

Los registros que siguió el profesor Manuel Eisner sugieren que el asesinato de Forde fue una venganza de una mujer noble a la que el arzobispo de Canterbury ordenó cumplir años de una penitencia degradante, pues descubrió que el clérigo era su amante.

La mujer estaba muy dolida y planeó vengarse. Una carta escrita por el arzobispo cinco años antes acusa a la aristócrata Ela Fitzpayne de una amplia variedad de adulterio, incluso con el sacerdote John Forde, y exige que haga caminatas descalza de vergüenza por la catedral de Salisbury.

La historia tiene otros tintes claves. Otro registro hallado por Eisner revela que en la época de las acusaciones, Ela conspiró con su marido y Forde para liderar una banda de extorsionistas que asaltaron el priorato de una iglesia, irrumpieron en los edificios y retuvieron ganado para pedir rescate.

Pero el religioso no era cualquier ingenuo. Si bien las conexiones explícitas no están claras, los registros sugieren que Forde pasó de ser parte de la banda criminal de Ela y posiblemente de su cama, a ser un actor en su denuncia por parte de la iglesia y, años más tarde, víctima de asesinato. Uno de los asesinos reconocidos fue el hermano de Ela y otros dos sirvientes recientes.

El asesinato cerca de la catedral de San Pablo, mientras la multitud se congregaba allí al anochecer, pudo ser, dice Eisner, una brutal demostración de fuerza: un recordatorio al clero del poder de la nobleza, y a que Ela no olvida ni perdona.

Eisner explicó que "Estamos ante un asesinado encargado por una figura destacada dela aristocracia inglesa. Fue planeado y a sangre fría, con un familiar y allegados como autores, lo que sugiere un móvil de venganza".

Dijo que "Los intentos de humillar públicamente a Ela Fitzpayne podrían haber sido parte de un juego político, ya que la iglesia utilizó la moral para imponer su autoridad a la nobleza, con John Forde atrapado entre dos amos".

El investigador de Cambridge indicó que "En conjunto, estos registros sugieren una historia de extorsiones, sexo y venganza que expone las tensiones entre la iglesia y las élites inglesas, culminando en un asesinato al estilo mafioso de un hombre de Dios caído a manos de una banda de sicarios medievales".

Los culpables del crimen fueron conocidos. El caso fue juzgado y hubo 33 miembros del jurado, desde un fabricante de rosarios a uno de sombreros, todos los cuales concluyeron que no conocían el paradero de los criminales y que Fitzpayne tenía una larga disputa con Forde.

Solo uno de los asesinos, uno de los extrabajadores, fue capturado y encarcelado cinco años después. Los demás no, una muestra más de que en casos de justicia los poderosos y ricos siempre llevan la de ganar.

La investiguación fue publicada en Criminal Law Forum.

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