Endulzantes no son neutros en materia de salud. Foto Flickr
Están aprobados para uso humano, reducen la caries y los
altos picos de azúcar, ¿pero son saludables?
Los endulzantes son cuestionados por los resultados de un
nuevo estudio. En él, científicos expusieron a ratonas lactantes y preñadas a
la sucralosa y acesulfame-K, una combinación usada en bebidas gaseosas,
suplementos deportivos y otros productos endulzados. Lo que hallarlo no fue
bueno.
Esos aditivos hacían que los ratoncitos desarrollaran nocivos
cambios metabólicos en las bacteria
estomacales.
Publicado en Frontiers in Microbiology, el estudio refuerza
un consenso cada vez más fuerte: los endulzantes artificiales pueden ser
seguros cuando los adultos los usan con moderación, pero no son una alternativa
mágica para el azúcar.
“Se cree que los endulzantes no nutritivos son seguros
cuando se emplean con moderación”, dice John Hanover, a glicobiólogo y autor
senior de esta investigación del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades
Digestivas y del Riñón de Estados Unidos.
“Sin embargo, el dulzor mismo parece imitar hasta cierto punto
los efectos del azúcar en activar la secreción de insulina, inflamación y
cambios en el microbioma estomacal, algo que promueve el almacenamiento de
grasa y la diabetes tipo 2”.
Y como se sabe que los endulzantes pasan en pequeñas
cantidades por la placenta y la leche materna, los investigadores querían saber
si esos cambios metabólicos y del microbioma se daban en los descendientes tras
su ingestión por la madre, a las que suministraron la dosis diaria aceptable.
“A menudo los endulzantes son usados en combinación, en
parte porque la mezcla reduce el sabor amargo que algunos consumidores
experimentan”, dijo Kristina Rother, una de las investigadoras. Esa combinación
puede amplificar los efectos metabólicos y en el microbioma, explicó Sthephanie
Oivier Van-Stichelen, quien también participó. Por eso usaron aquellos dos
productos.
El análisis de la sangre, orina y heces de 226 ratoncitos
confirmó que ambos endulzantes se transmiten prenatalmente, afectando el
metabolismo y el microbioma.
En embarazo se deben usar con moderación, salvo la
sacarina, que está prohibida.
Pero es difícil establecer su presencia pues se usan en
muchos productos, desde alimentos a pasta dental y medicamentos.
O sea que la etiqueta de venta, cero calorías, no es tan
sana como parece.
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