Todo un logro: ver una enorme llamarada de una estrella
distinta al Sol. Y eso fue lo que se logró con el telescopio espacial Chandra
de Rayos X.
Fue una enorme llamarada, con 100 000 veces más energía
que cualquiera observada en nuestra estrella.
Ilustración de una poderosa llamada estelar. Imagen Chandra
También dijeron los astrónomos que observaron la primera
detección de una eyección de masa coronaria de otra estrella, un evento que
podría acabar mundos a su alrededor, según Costanza Argiroffi, astrofísica de
la Universidad de Palermo en Italia, citada por Space.com.
En nuestro planeta, las explosiones solares pueden
afectar los satélites y son un peligro para los astronautas en órbita. El Sol
suelta esos intensos ‘paquetes’ de radiación cuando la energía magnética que se
genera es liberada súbitamente.
Esas llamaradas en ocasiones vienen con burbujas de
material, las eyecciones de masa coronaria, los eventos magnéticos más potentes
en nuestra estrella lanzando hasta 44.000 millones de toneladas de plasma
supercaliente.
Hay otras estrellas mucho más activas que la nuestra y podrían
soltar eyecciones mucho más fuertes.
Hasta ahora no se habían observado en otros soles.
Algunas posibles detecciones no lograron confirmarse del todo según la
astrofísica.
Esta vez se enfocaron en HR 9024, una estrella amarilla
gigante con casi 3 veces la masa del Sol, a unos 455 años luz de nosotros. Con
Chandra analizaron rayos X del plasma liberado con una temperatura de 4
millones de grados Celsius. La detección se publicó en Nature Astronomy.
La eyección expulsó cerca de 1,3 millones de millones de
toneladas de material, un poco menos de un cuarto la masa promedio de la
atmósfera terrestre. La eyección, además, liberó cerca de 5,2 trillones de cuatrillones
de joules de energía cinética o cerca de 80 trillones la energía de la bomba
atómica de Hiroshima y 100 000 veces más que la explosión más potente vista en
nuestro Sol.
La eyección fue 10 000 veces más masiva que la más masiva
del Sol, pero no tan rápida: solo 90 kilómetros por segundo, frente a 1000 de
nuestra estrella.
Cifras que difícilmente caben en la cabeza y que muestran cuán energético y hostil es nuestro universo.
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