Le cabe a la perfección el dicho: vive rápido, muere joven. Lo cumple. Una existencia muy breve sobre la faz de la Tierra. Después de nacer pronto alcanza la madurez sexual, se reproduce y muere.
Es la historia vital del camaleón de Labord, endémico del oeste de Madagascar.
Una pequeña creatura -que puede crecer hasta nueve centímetros- que se alimenta de grillos, moscas y algunos otros insectos y que, qué paradoja, pasa más tiempo desarrollándose dentro del huevo que afuera de él. Durante unos ocho o nueve meses los embriones permanecen debajo del piso de la selva, preparándose para su torbellino de actividad.
Una vez eclosionan crecen pronto y su madurez sexual la alcanzan a los dos meses. Su agresiva temporada de apareamiento comienza en enero, durante la estación húmeda, con los machos luchando con fiereza para reproducirse. Luego mueren.
Las hembras ponen toda su energía en los huevos, que ponen en febrero. Tienen una tasa reproductiva alta para compensar su corta vida de adulta, poniendo cada una hasta 11 huevos. Y unas horas después de ponerlos... también fallece.
Es increíble lo que sucede. Esas muertes prematuras indican que durante dos tercios del año la especie solo existe en los huevos enterrados en el suelo.
Se cree que este inusual ciclo de vida es una adaptación de supervivencia ante las difíciles condiciones ambientales en el oeste de Madagascar. Allí hay dos temporadas. En la de lluvia el agua provee los recursos para la supervivencia, pero en la seca escasean. El clima en esa región es impredecible, mucho más que en otras regiones tropicales.
Entonces, para estar alineados con esas condiciones, los camaleones han evolucionado para pasarla mayor parte del año como embriones en los huevos para emerger durante la breve temporada lluviosa, aparearse y poner más huevos.
Como todo camaleón, los de Labord cambian de color y lo usan para comunicarse con otros camaleones .por ejemplo para atraer pareja- y en respuesta a emociones.
En un documental filmado en la selva Kirindy en su hábitat, un camaleón de Labord exhibió una vibrante y palpitante exhibición de colores apenas unos momentos antes de su muerte.
Nota: con información de Live Science.
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