No moja prensa ni le hacen mucha bulla, pero en 2019 mató directamente 1 200 000 personas en todo el mundo. Eso revela un informe de The Lancet con información de 204 países.
La mortalidad fue mayor si se considera su influencia en diferentes enfermedades: 5 millones de personas fallecidas.
No es la malaria, que cada año cobra unas 640 000 víctimas, no el sida con una tasa de 860 000. No. Es algo más común que está cerca de todos nosotros. ¿No han escuchado a alguien decir que está o iba a tomar antibióticos contra Covid-19, un virus al que los antibióticos no le hacen nada, pues estos van dirigidos a bacterias.
Ese es el tema: la resistencia bacteriana a los antibióticos está cobrando todas esas muertes sin que las personas se enteren y, pero, sin que los gobiernos tomen medidas para controlar el abuso.
La mayoría de las muertes por la resistencia bacteriana a los antibióticos fueron causadas por infecciones del sistema respiratorio inferior, como la neumonía, y por infecciones de la sangre que pueden derivar en sepsis.
Se estima que hubo 24 fallecimientos por 100 000 personas en países de África subsahariana y 13 en los países de altos ingresos. Esta condición no respeta a nadie, aunque personas con mayor nivel educativo pueden tomar mejores decisiones.
Entre las causas de la resistencia, tradicionalmente se ha citado el abuso, porque se ingieren sin necesidad; la suspensión de los tratamientos; y el consumo de animales tratados con antibióticos.
Los investigadores indicaron que los niños están en más riesgo: una de cada 5 muertes por esa resistencia fue en menores de 5 años.
Si bien en algunos países se restringe al uso de estos medicamentos, entregándose solo con recete médica en muchos otros son de libre compra en las droguerías.