Una enorme salacuna estelar a solo 12 millones de años luz de nosotros, captada por un instrumento del telescopio espacial Hubble. Foto ESA/Hubble & NASA, W. D. Vacca
A solo 12 millones de años luz se encuentra la galaxia Messier 82, conocida como la galaxia del Cigarro, en la constelación de la Osa Mayor.
El telescopio espacial Hubble volvió a mirarla, pero se centró en su corazón. Una casi inimaginable densa región de polvo y gas, tras la cual se esconde gran cantidad de estrellas nuevas agrupadas en cúmulos. Es que allí nace estrellas a un ritmo 10 veces más rápido que en nuestra galaxia, la Vía Láctea.
Allí hay varios cúmulos estelares, cada uno de los cuales contiene cientos de miles de estrellas, cada uno de ellos más luminoso que un cúmulo típico.
La luz azulada que se observa hacia el centro se debe a la formación de toda esa cantidad de estrellas. Aparece una línea de gas, negra hacia el centro, rojiza hacia los extremos, la cual bloquea mucha de la luz que emiten los paquetes de estrellas.
Al bloquear la luz de las estrellas Alfa Centauri se logra identificar un cuerpo, que parece ser el planeta gaseoso tipo Saturno, a solo 4 años luz. Foto NASA/ESA/CSA/STSci/JPL
No es un mundo habitable, no bajo nuestros parámetros, pero está en la zona de habitabilidad alrededor de su estrella madre y, además, es el más cercano a nosotros.
A un poco más de 4 años luz de la Tierra reside un sistema estelar: Próxima Centauri, en donde se han confirmado tres planetas; y un par que rota cerca, Alfa Centauri A y Alfa Centauri B. Y es alrededor de A que se pudo identificar la existencia de un planeta en la llamada zona habitable, pero es grande y gaseoso y así no puede albergar vida.
El hallazgo se hizo con ayuda del telescopio espacial James Webb y su instrumento de infrarrojo. Al estar cerca de su estrella es muy difícil la detección y se requirió otra ayuda.
Es el primer planeta del que se logra una imagen alrededor de una estrella con la misma edad y temperatura que nuestro Sol. Hay otra parecida, Tau Ceti, a 12 años luz y allí será mucho más difícil ver si hay algún planeta.
El planeta identificado es del tamaño de Saturno y se encuentra a entre una y dos veces la distancia Tierra-Sol, que es de 150 millones de kilómetros.
De todas formas, esta detección deberá ser confirmada con otras observaciones.
Acercamiento a la garra del gato, una región de intensa formación de estrellas masivas. Foto NASA/ESA/CSA/STScl
Son unas garras de gato a las que el telescopio espacial Webb les dedicó tiempo. No están acá, andan a 4000 años luz, hacia la constelación Escorpión. Y para celebrar los tres años de trabajo científico hizo un acercamiento a uno de los dedos de esas garras.
En la imagen se aprecian cuatro áreas circulares. Cada una exhibe un brillante azul. Los filamentos naranja son polvo, de distinta densidad, que rodean esas áreas azulosas. Hacia la izquierda del círuclo central hay una zona oscura en la que escasean las estrellas, tal vez cubiertas en primer plano por elpolvo y el gas. También aparecen regadas varias estrellas con tono amarillo.
Las garras del gato son una nebulosa molecular en donde se forman estrellas masivas, situación que a futuro detendrá la formación de más estrellas.
Los nudos rojizos hacia el centro de la imagen revelan estrellas masivas en formación, ocultas por el polvo adelante de ellas.
En el video se aprecia con claridad la garra del gato y el acercamiento hecho por el Webb. Video ESA/Webb, NASA,CSA, STscl/ESO
Tres futuros escenarios sobre el encuentro de las galaxias Andrómeda y la Vía Láctea. Imagen NASA, ESA, STSci, DSS,Till Sawala
En 1912 astrónomos dedujeron que estábamos camino a una colisión. En ese entonces, Andrómeda era vista como una nebulosa. Un siglo después, astrónomos con el usod el telescopio espacial Hubble tomaron nuevas medidas y concluyeron, que sí, que el choque se produciría en el futuro lejano.
Una colisión de esta clase activaría la creación de nuevas estrellas, habría más supernovas y tal vez nuestro Sol sería arrojado a una órbita diferente a la actual.
¿Última palabra? No se afanen tanto. Hay nuevos datos.
Ahora, otros astrónomos con nuevos datos del Hubble y del telescopio espacial Gaia de la Agencia Espacial Europea (ESA) afirman que la probabilidad del choque se redujo a la mitad. Sí, 50 % de que sí se produzca, otro tanto que no.
En su estudio corrieron 100 000 simulaciones con 22 tipos de datos. Till Sawala, de la University of Helsinki en Finlandia, cabeza del estudio publicado en Nature Astronomy, comentó que "Tenemos el exhaustivo estudio de este problema que realmente incorpora todas las incertidumbres observacionales".
Su equipo incluye astrónomos de Durham University en el Reino Unido, University of Toulouse en Francia y University of Western Australia.
Predecir el futuro lejano de las interacciones de galaxias es incierto, pero los nuevos hallazgos desafían el consenso previo y sugiere que el destino de la Vía Láctea permanece como una pregunta abierta.
Sawala explicó que "Incluso utilizando los datos observacionales más recientes y precisos disponibles, el futuro del Grupo Local, compuesto por varias docenas de galaxias es incierto. Curiosamente, encontramos una probabilidad casi igual para el escenario de fusión, ampliamente publicitado, o, por el contrario, para uno alternativo en el que la Vía Láctea y Andrómeda sobrevivan intactas".
Los análisis de 2012 con datos del Hubble preveían una colisión en unos 5000 millones de años, un análisis que incluyó observaciones de entre 5 y 7 años.
Sawala comentó que "Debido a que hay tantas variables que cada una tiene sus errores, eso acumula una incertidumbre bastante grande sobre el resultado, lo que lleva a la conclusión de que la probabilidad de una colisión directa es solo del 50 %dentro de los próximos 10 000 millones de años".
Sawala dijo que "La Vía Láctea y Andrómeda solas permanecerían en el mismo plano mientras una orbita a la otra, pero esto no significa que tengan que chocar. Aún podrían pasarse una sobre la otra".
Sawala dijo que "La masa adicional de la galaxia satélite de Andrómeda, M33, atrae ligeramente más a la Vía Láctea. Sin embargo, también demostramos que la GNM (Gran Nube de Magallanes, galaxia satélite de la nuestra) la aleja del plano orbital y de Andrómeda. Esto no significa que la GNM nos salve de esa fusión, pero la hace un poco menos probable.
Ahora, si el choque no se da o si se produce, para entonces es muy probable que no existan humanos. El Sol entonces habrá muerto y la Tierra desaparecido como fuente de vida (sucederá en unos 1000 millones de años). Si los hubiera, tendrían que vivir en otro mundo muy lejos de nuestro actual sistema. Eso sí, el Universo en 10 000 millones de años seguiría existiendo.
Ilustración de cómo debe ser el disco de material alrededor de la estrella, disco en el cual se detectó hielo de agua. Imagen NASA,ESA,STScl,Ralf Crawford
Agua hay o debe haber por todas partes del universo. La tenemos cerca en varias lunas y planetas de nuestro Sistema Solar, en planetas enanos, cometas y en rocas en esa región más allá de Neptuno, el cinturón de Kuiper.
Y ¿en otras estrellas? No se sabía, pero ahora sí se sabe: existe también. El telescopio espacial Webb detectó hielo en el material que rodea una estrella tipo Sol, a 155 millones de años luz de nosotros.
Chen Xie, autor principal del estudio y científico en John Hopkins University, expresó que "Sin ambigüedades detectamos no solo hielo de agua, sino hielo de agua cristalino, que se encuentra también en sitios como los anillos de Saturno y en cuerpos congelados del cinturón de Kuiper". El hallazgo fue publicado en Nature.
Toda el agua congelada que halló el Webb se encuentra junto a las partículas de polvo en el disco alrededor de la estrella, un material que puede dar paso a la formación de asteroides, cometas y planetas.
La estrella en cuestión, denominada HD 181327, es mucho más joven que nuestro Sol, debe tener apenas unos 23 millones de años de edad, comparados con los más de 4600 millones de nuestra estrella. Es algo más masiva y más caliente.
Las observaciones confirmaron un área grande entre la estrella y su disco de material -una área grande libre de polvo. Pero hay más: ese disco es similar a nuestro cinturón de Kuiper, donde planetas enanos, cometas y otros cuerpos rocosos se encuentran.
Chen dijo que "HD 181327 es un sistema muy activo". Explicó que "Hay colisiones frecuentes entre esos residuos del disco. Cuando esos cuerpos con agua colisionan liberan pequeñas partículas de hielo de agua con el polvo que tienen un tamaño perfecto para el Webb".
La señal en K2-18b es hasta hoy el más fuerte indicio de vida extrasolar, un hallazgo que requerirá mayores estudios. Ilustración de cómo sería el planeta. Imagen U. Cambridge
Las señales son provocativas y aunque no se puede cantar victoria todavía, de confirmarse esta sería una de las noticias de lo que va corrido de la historia de la humanidad.
Astrónomos liderados por la University of Cambridge, detectaron señales químicas del dimetilsulfuro y el dimetil bisulfuro en la atmósfera del exoplaneta K2-18b, un planeta 8.6 veces más masivo y 2.6 veces más grande que la Tierra y orbita su estrella en la llamada zona de habitabilidad. Lo interesante es que esos químicos solo los produce, en nuestro planeta, la vida, primariamente vida microbiana como el fitoplancton marino.
Las observaciones tienen un nivel de significancia estadística de tres sigma, hecho que sugiere que hay 0,3 % de probabilidad de que eso ocurra por chance.
El planeta se halla a solo 124 años luz de nosotros, en dirección a la constelación Leo.
La detección se hizo con base en datos recogidos por el telescopio espacial James Webb. Observaciones que duraron entre 18 y 24 horas permitieron detectar esa bioseñal en el espectro.
Confirmar que sea debido a un proceso por algún organismo no será fácil. Otra posibilidad es que lo genere algo que no se conoce. En la Tierra la concentración de ese químico en la atmósfera es de menos de una parte por mil millones de volumen, mientras que en el exoplaneta es unas miles de veces más fuerte, de más de 10 partes por millón.
Los astrónomos confirmaron la señal usando un segundo instrumento del telescopio.
Ahora muchos otros astrónomos podránm enfocarse en K2-18b para tratar de confirmar la señal y tratar de hallar otra información que revele que sí puede tener origen en una actividad vital en ese mundo.
Los resultados del estudio aparecen en The Astrophysical Journal Letters.
La galaxia del Sombrero presentada en mayor detalle por el Hubble. Dado que no logra captarla entera de una vez, el video es hecho de numerosas tomas. Video ESA
A solo 30 millones de años, hacia la constelación de Virgo se encuentra la llamativa galaxia del Sombrero, Messier 104, que puede ser vista con una pequeña ayuda óptica.
En ella se encuentra un enorme agujero negro, con una masa de 9000 millones de soles, aunque por fortuna para su vecindario está más bien calmado.
Es una galaxia con un bajo nivel de formación estelar, solo una estrella cada año. Una de las características que la hacen notable es su ángulo de visión, inclinado solo seis grados con respecto al ecuador galáctico. Desde este punto estratégico, grumos y hebras de polvo se destacan contra el brillante núcleo y el bulbo galáctico blancos, generando un efecto como el de Saturno con sus anillos, pero a una gran escala galáctica.
Ese ángulo, a la vez, dificulta discernir la estructura del Sombrero: si es una galaxia espiral como la nuestra o una elíptica, aunque el disco parece típico de una elíptica, pero no es fácil determinar si lo es.
Como celebración de su cumpleaños 35, la Agencia Espacial Europea (ESA), socia del el telescopio espacial Hubble, entregó nuevo material fotográfico y video de la galaxia, mejorados con distintas técnicas.
Aurora en gran detalle capturada por el Webb en Neptuno, un telescopio mucho más potente que el Hubble. Foto NASA,ESA,CSA,STSci
Ni modo de viajar hasta allá y no hay vida para apreciarlas, pero desde el espacio el telescopio Webb observó auroras en el planeta más lejano del Sistema Solar: el gran Neptuno.
En el pasado se habían observado, en particular cuando la Voyager 2 pasó cerca del planeta en 1989. Peor han sido elusivas. Ahora con el Webb fue posible y además se detectó la huella química típica en estos fenómenos en los planetas más alejados: Júpiter, Saturno y Urano: el catión trihidrógeno, uno de los iones más abundantes en el universo.
Ver la aurora fue posible por la sensibilidad cercana al infrarrojo del telescopio espacial.
Las autoras se presentan cuando partículas energéticas originadas en el Sol son atrapadas en el campo magnético del planeta y eventualmente golpean la atmósfera superior. La energía liberada en esas colisiones crean el típico brillo.
Jauría de minigalaxias alrededor de la gran Andrómeda, seguidas durante varios años por el telescopio espacial Hubble. Foto NASA/ESA/Alessandro Savino/Joseph DePasquale
A 'solo' 2.5 millones de años luz se encuentra la gran galaxia Andrómeda, mucho más grande que nuestra Vía Láctea (ambas chocarán, se fusionarán en unos miles de millones de años). Una mirada profunda del telescopio espacial Hubble permitió detectar más de 200 minigalaxias o galaxias satélites alrededor de Andrómeda. Una gran estructura. En comparación, la Vía Láctea tiene unas 70 galaxias más pequeñas, satélites a su alrededor.
El estudio publicado en The Astrophysical Journal permitió descubrir también que la historia evolutiva de Andrómeda y la Vía Láctea ha sido muy diferente. La nuestra es más bien un plácido lugar, pero el ambiente en Andrómeda ha sido mucho más dinámico, influido tal vez por la fusión con otra enorme galaxia hace miles de millones de años.
La compañera más brillante de Andrómeda es M32, una galaxia compacta elipsoidal que debe ser el núcleo que quedó del choque de Andrómeda con otra gran galaxia.
El Hubbvle estudió 36 de esas galaxias y se espera que en cinco años el telescopio espacial James Webb pegue una segunda mirada con muchos más detalles que permitan retroceder el movimiento de todo el ecosistema Andrómeda miles de millones de años en el pasado.
Arriba, la gran imagen de Andrómeda y en los recuadros algunas áreas llamativas, como la que contiene cantidad de estrellas jóvenes (la de la mitad en la segunda fila. Foto Hubble/NASA/ESA
Más de 10 años tardó hacer unas 600 tomas para tener la imagen más completa de la gran galaxia vecina, Andrómeda o Messier 31 (M31) y eso lo logró el telescopio espacial Hubble, que captó la luz de esa galaxia que fue emitida hace 2,5 millones de años, cuando sobre la faz de la Tierra aparecía uno de los ancestros humanos, el Homo habilis, tal vez el primero en fabricar herramientas de piedra. Y esto porque esta gran estructura se encuentra a esa distancia de años luz, 25 diámetros de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Un logro que requirió más de 1000 órbitas del telescopio.
Esta imagen de Andrómeda permite distinguir 200 millones de estrellas, una pequeña porción de esa gigante, que contiene más de 1 billón de estrellas. Una composición fotográfica con más de 2500 millones de pixeles que permitió conocer un poco más de la historia de esta vecina, con la cual en un tiempo muy lejano se fusionará la Vía Láctea.
Ambas se formaron más o menos al mismo tiempo hace miles de millones de años. En Andrómeda se descubrió gracias al Hubble una región de estrellas nuevas, situación que sería explicada por una colisión con otra galaxia, M32, hace mucho tiempo.
Detalles que sorprenden de Andrómeda, que se puede ver difusa hacia el norte del cielo con un tamaño como de una Luna llena, aunque con forma de cigarro desde nuestra posición.
Esta galaxia fue descubierta por Edward Hubble, con lo cual la comprensión del universo sufrió un vuelco total: hasta entonces, hace 100 años, se creía que la Vía Láctea era todo el universo. Hoy se conoce más de un billón de galaxias.
En el detalle, la galaxia de Pablo que prácticamente está muerta. Foto Webb/NASA/ESA
Pobre Pablo, o mejor, pobre galaxia de Pablo. Está metida en la sin salida. Un enorme agujero negro en el núcleo está expulsando potentes chorros de material más allá de la galaxia y con eso impide la formación de nuevas estrellas. Una galaxia destinada a morir.
Es una galaxia antiquísima, y en ella la mayoría de estrellas se formó entre hace 12 500 y 11 500 millones de años, en la infancia del universo. Tiene una masa de 200 000 millones la masa del Sol, que no es poca cosa.
Pero ahora la masa de gas que está siendo expulsada por el agujero negro a velocidades de unos 1000 kilómetros por segundo es mayor que la masa que se requeriría para formar nuevas estrellas.
"El agujero negro está matando esta galaxia y la mantiene dormitante, cortando la fuente de 'alimento' que necesita para formar nuevas estrellas", Dijo Francesco D'Eugenio, del Cambridge Kavli Institute for Cosmology, uno de los investigadores.
Muchas otras galaxias con agujeros negros que acretan materia, pero no en las cantidades que se observa en la de Pablo, una galaxia cuya denominación técnica es GS-10578.
La enorme cantidad de masa que está expeliendo este agujero negro fue captada por el telescopio espacial James Webb, de la NASA/ESA.
Hoy la galaxia está muerta literalmente, sin poder formar más estrellas.
Un aspecto de la nube 2S en el cúmulo estelar Digel 2. Infinidad de estrellas se están formando allí. Hay muchas otras jóvenes. Es en el borde de nuestra galaxia. Foto NASA/ESa/CSA
Semejan adornos navideños, pero son dos grandes nubes estelares en uno de los bordes de nuestra galaxia, la Vía Láctea, tomada por el telescopio espacial Webb. Una región a 58 000 años luz del centro galáctico. En comparación nosotros estamos a 26 000 años luz.
Los astrónomos miraron las nubes moleculares conocidas como Digel 1 y 2. Gracias a su alta sensibilidad y fina resolución, el telescopio resolvió estas áreas, que son casas de cúmulos de estrellas con intensa actividad de formación de nuevas estrellas.
Allí apreció chorros intensos que salen de las estrellas así como distintas estructuras nebulares.
Aunque esas dos nubes están en nuestra galaxia, son pobres en elementos diferentes al hidrógeno y al helio, siendo similares por esto a galaxias enanas y a nuestra galaxia en sus procesos iniciales de formación.
Dentro de Digel 1 y Digel 2 hay cúmulos con estrellas muy jóvenes. en la nube 2S (de Digel 2) encontró estrellas nuevas y varias están emitiendo intensos chorros de material a lo largo de sus polos, chorros que apuntan en distintas direcciones.
Los astrónomos seguirán estudiando esa región, para responder preguntas como la relativa abundancia de estrellas de distinta masa en esos grupos de nubes en todo el borde galáctico, para tratar de entender cómo un ambiente particular puede influenciar distintos tipos de estrellas durante su formación.
En el centro aparece el signo de interrogación que forman dos galaxias en interacción. Imagen NASA, ESA, CSA, STScl, Vicente Estrada Carpenter (Saint Mary's University)
Se preguntan los astrónomos qué será y la misma interrogación aparece en el espacio a unos 7000 millones de años (la mitad de la edad del universo).
Imágenes del telescopio espacial James Webb mostraron un enorme signo de interrogación que desde nuestro punto de vista aparece formado por dos galaxias, una roja y otra espiral, que forman un signo de interrogación, con punto y todo, punto que en las imágenes es otra galaxia que no pertenece a ese sistema pero que desde nuestro punto de vista queda perfecta en el signo.
Los astrónomos observaban un grupo enorme de galaxias, tan masivo que distorsiona el espacio-tiempo y actúa como una lupa. De este modo aparecen objetos que están detrás, ocultos a nuestra vista, como las galaxias, que se ven distorsionadas y en ocasiones hay algunas que aparecen varias veces en esa especie de imagen fantasmagórica que permite estudiarlas.
Ese grupo había sido observado por el Hubble, pero la interrogación solo se vio ahora con el más potente Webb. En las dos galaxias que la conforman se aprecian zonas de formación de nuevas estrellas.
"Conocer cuándo, dónde y cómo ocurre la formación de estrellases crucial para entender cómo han evolucionado las galaxias en la historia del universo", explicó el astrónomo Vicente Estrada Carpenter, de Saint Mary's University, quien usó las imágenes ultravioleta del Hubble e infrarrojas del Webb para mostrar dónde se están formando las estrellas en esas galaxias.
Ese par está en plena colisión y muestran regiones activas de formación estelar, quizá por el gas que hay en ellas. Estrada Carpenter aclaró que "Sin embargo, ninguna de las formas de las galaxias aparecen muy desfiguradas, así que probablemente estamos viendo el comienzo de la interacción de una con la otra".
En su segundo aniversario, el telescopio espacial Webb entregó sorprendentes imágenes de un par de galaxias interactuantes, Arp 142. Una de ellas que semeja un delfín en el espacio y la otra un huevo. La interacción comenzó entre hace 25 y 75 millones de años. Estarán pasando una al lado de la otra hasta que dentro de cientos de millones de años se fusionen en una sola.
Se cree que ambas están separadas por 100 000 años luz, una pequeña distancia en términos astronómicos. Ambas tienen cerca de la misma masa, por eso el pingüino no ha estirado el huevo y se encuentran a unos 326 millones de años luz de nosotros, hacia la constelación la Hidra.
Imagen con el instrumento del infrarrojo medio. Fotos Webb/Nasa/ESA
Ilustración de cómo podría ser un exoplaneta rocoso. Imagen ESO
A solo 48 años luz de nosotros, hacia la constelación Cetus (Ballena) astrónomos parecen haber identificado un planeta que puede albergar agua y hielo, LHS 1140b.
Cuando fue descubierto, se especuló que podía ser un mini Neptuno, pero ahora con imágenes del telescopio espacial Webb y datos de otros telescopios, llegaron a otra conclusión, que presentarán en The Astrophysical Journal Letters.
No es otra Tierra, más bien una super Tierra, rocoso, pero se halla en la zona de habitabilidad, esa donde puede existir agua líquida, indicando que podría tener una atmósfera y un océano.
Este planeta orbita una estrella enana roja, de un quinto el tamaño del Sol y los datos sugieren que es menos denso de lo que se supondría para un planeta rocoso y eso abre la posibilidad de que contenga agua. Su atmósfera, de confirmarse, sería rica en nitrógeno.
Una enana roja es una estrella pequeña que desde nuestra posición no se ve a simple vista porque alumbra menos. Es el tipo más común en la Vía Láctea, al menos en lo que se considera vecindad del Sol.
Los modelos sugieren que su atmósfera sería tipo Tierra, con un enorme océano de unos 4000 kilómetros en diámetro y la temperatura de este sería de 20 grados Celsius.
Una información que debe ser confirmada con estudios más detallados de este no tan lejano mundo
Una nube molecular con una protestrella en el centro. Foto Nasa/James Webb
Está naciendo y lo anuncia con una gran explosión de pirotecnia. ¿Qué es? Se trata de una protoestrella, de unos 100 000 años de edad que sigue acumulando material de la nube donde crece para convertirse algún día en una estrella. Sí, el proceso de formación estelar en plena ebullición.
En la imagen captada por el telescopio espacial James Webb observamos una nube molecular, L1527, en cuyo centro está la protoestrella. De allí se expanden flujos en sentido contrario por la rotación de este objeto mientras consume gas y polvo de la nube.
El color azul muestra la presencia de los hidrocarburos aromáticos policíclicos. La proteestrella y el gas que la rodea están de rojo. La parte blanca abajo y encima de esta es una mezcla de hidrocarburos, neón ionizado y polvo grueso.
La protoestrella continuará su crecimiento y consumirá, destruirá y empujará la nube molecular y mucha parte de la estructura que se aprecia en la imagen.
Esta estructura se encuentra hacia la constelación Tauro, a 460 años luz de nosotros.
Ilustración que muestra al planeta 55 Cancri e, uno de un sistema planetario con cinco planetas. Imagen Webb/Nasa/ESA
No es que se halla encontrado un planeta con atmósfera que sugiera posibilidad de actividad biológica. No. Pero el hallazgo es interesante de todos modos.
El telescopio espacial Webb detectó atmósfera en el planeta 55 Cancri e (gira alrededor de la estrella 55 Cancri) que está a 'solo ' 41 años luz de nosotros. Es más grande que la Tierra, menor que Neptuno, una Super Tierra y tiene una composición como uno de nuestros planetas rocosos.
El caso es que está muy cerca de su estrella, a solo 2.25 millones de kilómetros, 1/25 de la distancia de Mercurio al Sol. O sea que es muy caliente y su superficie debe estar derretida, un océano de magma en ebullición. Y se considera que puede estar atado gravitacionalmente a su sol: siempre da la misma cara (como la Luna a la Tierra).
¿Qué es lo interesante entonces? Que la detección de atmósfera en planetas de ese tamaño había sido esquiva y el Webb pudo determinarla. Los análisis sugieren una atmósfera de monóxido de carbono y de dióxido de carbono. Además su estudio puede ofrecer pistas sobre cómo eran Marte, Tierra y Venus en su primera época.
También permite abrigar más esperanzas de que se pueda hallar una atmósfera en la cual se detecten signos de actividad biológica.
La nebulosa Cabeza de Caballo. En el recuadro, área mirada con gran detalle por el telescopio Webb. Foto ESA/Nasa
Es uno de los objetos más llamativos del espacio para los astrónomos, situada a tan solo 1300 años luz de nosotros. Es la nebulosa Cabeza de Caballo, que acaba de ser mirada en detalle por el telescopio espacial Webb.
Está en la constelación de Orión el guerrero, levantándose de ondas turbulentas de gas y polvo, y se formó a partir de una nube de material interestelar que colapsó y resplandece porque la ilumina una estrella cercana. Mide unos 13 años luz y posee una masa de unos 250 soles.
De acuerdo con los astrónomos, le deben quedar unos 5 millones de años antes de que se desintegre por completo.
Esta nebulosa es una región donde la luz ultravioleta de estrellas jóvenes y masivas crean un área neutral y caliente de gas y polvo entre los alrededores altamente ionizados alrededor de estrellas masivas y nubes en las cuales nacen.
Su cercanía la hace especial para el estudio astronómico de su estructura, composición y comportamiento del gas y el polvo en tal ambiente.
Parte superior de la nebulosa donde se aprecia el gas denso contra un fondo estelar resplandeciente. Fot ESA/Nasa
Dibujo de cómo puede ser la explosión de rayos gamma: un potente chorro que emana de la fuente, una estrella que colapsa. Imagen Nasa
Hace casi dos años se detectó la más poderosa explosión ocurrida en el universo después del Big Bang. Fue fenomenal, llamada BOAT por su sigla en inglés (brightest of all time), una gran explosión de rayos gamma. En ese momento no se supo qué la produjo ni dónde.
La notica es que con ayuda del telescopio espacial James Webb astrónomos identificaron la fuente: una enorme estrella que acabó sus días en una potentísima explosión de supernova a 2400 millones de años luz de la Tierra.
Fue el colapso de una estrella gigante. Y los astrónomos aprovecharon para examinar la hipótesis de que algunos de los elementos pesados se producen en esta clase de explosiones, pero no encontraron señales de ellos, aunque no se descarta que en esta clase de eventos sí se produzcan.
Los estallidos de rayos gamma se detectaron pro primera en los años 1960 por accidente en satélites militares. Desde entonces han mejorado equipos para su detección.
Este evento fue tan poderoso, brillante, que produjo unos de los fotones de más energía detectados por satélites creados para ese fin. Un evento que la Tierra ve cada 10 000 años, de acuerdo con astrónomos.
Fue tan brillante que hubo que esperar seis meses para usar el James Webb para mirar directamente la fuente del evento.
Concepción artística del planeta en donde se detectó vapor de agua. Imagen NASA/ESA, Leah Hustak (STScI), Ralf Crawford (STScI)
Que hay mundos de agua con parecido a la Tierra que están por muchas partes y que solo es cuestión de tiempo que comencemos a descubrirlos es innegable. Más a la luz del hallazgo revelada por científicos que usaron el telescopio espacial Hubble.
Detectaron vapor de agua en un planeta con casi el doble del diámetro terrestre, un mundo con mucha agua, un planeta a unos 97 años luz de nosotros y cuyo año solo dura 6.2 días de los nuestros.
No es, sin embargo, un cuerpo habitable o con vida como la conocemos. Es tipo Venus, muy caliente: 425 grados Celsius de temperatura. "Puede ser mitad agua y mitad rocoso", en palabras de Bjorn Benneke, de la Université de Montréal, miembro del grupo de astrónomos.
Hallar agua en un planeta de este tamaño es "un descubrimiento que marca un hito", según Laura Kreidberg, del Max Planck Institute for Astronomy en Alemania, investigadora principal.
Si el planeta, denominado GJ 9827d, tiene una atmósfera rica en agua, debió formarse lejos de su estrella, donde la temperatura es fría y está disponible en forma de hielo.
El círculo se cierra: hasta que se detecte un planeta del tamaño de la Tierra, rocoso y con abundante agua.