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jueves, 26 de enero de 2023

Una razón para no andar con las ventanillas abajo

La polución que sale de los autos reduce unas funciones cerebrales. Foto Wikipedia


Y pensar que conductores pasan horas metida en ella. Un estudio publicado en Environmental Health encontró que solo después de dos horas de estar entre la contaminación que genera el diésel en las calle, el cerebro comienza a afectarse.

 La conexión entre distintas partes del cerebro se altera encontró este, que es la primera evidencia, en un estudio controlado, de cómo el aire contaminado afecta el funcionamiento cerebral.

Para el estudio, los investigadores sometieron a 25 personas al diésel emanado del exosto  de los vehículos y a aire filtrado varias veces en laboratorio. La actividad cerebral se midió antes y después del experimento mediante imágenes de resonancia.

Se analizaron cambios en la red en modo default (una red de regiones cerebrales interactuantes activa cuando la persona no está enfocada en el mundo externo), que tiene un papel importante en la memoria y el pensamiento interno. Las imágenes mostraron que los participantes tenían una menor conectividad funcional en amplias regiones de esa red luego de la exposición al diésel.

"Sabemos que la conectividad funcional alterada en la red se ha asociado con un desempeño cognitivo reducido y con síntomas de depresión, por eso preocupa ver la contaminación por el tráfico interrumpiendo esa red", explicó Jodie Gawryluk, profesora en University of Victoria y primera autora de la investigación.

Los cambios fueron temporales y los participantes regresaron a la normalidad cuando terminó la exposición al aire contaminado.

"Las personas pueden querer pensarlo dos veces la próxima vez que estén atorados en el tráfico y con las ventanas abajo", dijo Chris Carlsten, de la University of British Columbia (Canadá).

Mientras la investigación solo analizó los impactos cognitivos de la exposición a la polución, hay otros productos de una combustión que preocupan. Otros tipos de contaminación del aire, como la producida por la quema de vegetación también podría tener un impacto similar.


miércoles, 19 de mayo de 2021

Queda poco margen para abandonar combustibles fósiles: AIE

Las emisiones de CO2 no se han controlado y este año subirán. Foto PublicDomainPictures


El mundo debe apresurarse. Para que a 2050 la temperatura del planeta no esté disparada, los países deben dejar de lado, cuando antes, los combustibles fósiles, del carbón al gas y el petróleo. Y no lo dice cualquiera: es conclusión del informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE), que no es un órgano gubernamental sino una institución que aconseja a los capitales sobre políticas energéticas.

Algunos países, como Estados Unidos recientemente y antes Japón y la Unión europea, se comprometieron a ser carbono neutros a 2050. China a 2060.

Pero la Agencia no ve que en general los países se estén moviendo con la velocidad requerida para contener la amenaza del calentamiento global descontrolado, que empeorará el cambio climático con todas las consecuencias en marcha, que se agudizarán cada vez más.

Ser carbono neutro no significa dejar de emitir dióxido de carbono (CO2), sino reducir la inmensa cantidad que se generan en termoeléctricas, fábricas y vehículos. Lo que quede debe ser compensado por los bosques o tecnologías que secuestren carbono, por ejemplo.

El tiempo apremia. Para cumplir las metas el mundo debe cuadruplicar a 2030 el ritmo anual de instalaciones de paneles solares y turbinas de viento. Poniéndolo en contexto significa construir cada día de esta década el equivalente a la granja solar más grande del momento. No es tarea sencilla.

Tampoco está claro el mensaje. Esa organización considera que en 2021 las emisiones globales de CO2 crecerán a un ritmo no visto antes, a medida que los países se recuperen de los efectos de la pandemia del coronavirus y la Covid-19.

China, por ejemplo, planea construir docenas de nuevas plantas termoeléctricas a carbón, aunque la meta del gobierno es limitar el consumo de ese mineral en los próximos cinco años.

Y para cumplir las metas a 2050, la Agencia definió un derrotero que podrían seguir los países:

-Este mismo año se debe dejar de aprobar nuevas plantas a carbón a no ser que incluyan la captura de carbono, y no desarrollar nuevos campos petroleros y gasíferos.

-A 2025 se debe prohibir la venta de hornos de gas y otros combustibles para calentar edificaciones, cambiando a tecnologías eléctricas limpias.

-A 2030 la venta de vehículos eléctricos debería representar 60 5 de todas las ventas (hoy es 5 %). A 2035los fabricantes deben dejar de vender vehículos de pasajeros a gasolina o diésel. Y a 2050 todos los vehículos del mundo deben rodar con baterías o con hidrógeno.

-A 2035 las economías más avanzadas deben tener cero emisiones de plantas eléctricas sucias y a 2040 todas las plantas que queden con carbón deben ser cerradas o funcionar con tecnologías que capturen carbono.

-A 2035 más de la mitad de los camiones deben ser eléctricos y a 2040 la mitad de la aviación debe operar con alternativas limpias.

¿Se logrará?

lunes, 6 de enero de 2020

Oler la naturaleza reduce el estrés, sugiere estudio


Estar en un ambiente natural ayuda a la salud; olerlo, reduce el estrés. Foto PxHere

No es de ahora, hace mucho tiempo, de manera empírica, también lo corroboran numerosos estudios: estar en contacto con la naturaleza contribuye con la buena salud física y mental.
Ver escenas naturales puede disminuir la frecuencia cardiaca y restablecer el foco, importantes para combatir trastornos de salud físicos y mentales. ¿Qué tal sobre oler la naturaleza?
Marcus Hedblom, un ecólogo en Swedish University of Agricultural Sciences, miembro del grupo que diseñó un nuevo estudio en laboratorio en el que las personas se ‘metían’ en un ambiente natural de árboles y bosques.
Muchos estudios, dijo, se basan en lo que dice la gente, por eso en este él y sus colegas querían identificar mecanismos fisiológicos e incluso estímulos sensoriales que podrían reducir el estrés en ambientes naturales.
La hipótesis: un ambiente rico en biodiversidad reduciría el estrés más rápido que uno no natural.
En el estudio participaron 154 personas que estuvieron en uno de tres ambientes virtuales: una ciudad, un parque, un bosque. La primera, con edificios, olor a diésel y alquitrán; en el parque, árboles y edificios y el canto de una sola especie de ave; en el bosque, árboles, arbustos, sonidos de nueve especies de aves y una mezcla de olores a hongos y abetos.
En el experimento a los participantes se les suministraba un pequeño choque eléctrico para generar estrés detectable como un aumento en el nivel de conductividad eléctrica de la piel, entonces se evaluó con qué rapidez ese nivel de conductividad subía y bajaba.
A los que estaban en el parque virtual o en el bosque, la conductividad no subió tanto como en los de la ciudad y en aquellos se redujo más rápido y no hubo diferencia significativa entre los dos ambientes.
Para sorpresa, al indagar más, encontraron que eran los olores los que reducían más rápido el estrés, indicando que tiene un mayor efecto que los sonidos y la vista.
El estudio sugiere que hay cuando menos un efecto directo de reducción del estrés. Aunque los estímulos visual y auditivo en ambientes naturales por lo general tienen mayor percepción de agradibilidad que los olores, el estímulo de los olores naturales tuvo el mayor impacto en la reducción del estrés fisiológico.  
¿Cómo y por qué? No se sabe aún.
Ya lo sabe: respire naturaleza.