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martes, 8 de marzo de 2022

La restricción calórica mejora la salud

Una restricción calórica bien llevada puede mejorar la salud. Foto Piqsels


No es algo nuevo. Hace varios años se habla de la restricción calórica para mejorar la salud. Hay quienes siguen este patrón, que debe hacerse con control de especialistas, y al hacerlo por su cuenta pueden abusar.

Una restricción del 40 % deriva en problemas inmunológicos, facilitando la aparición de diversas infecciones.

Científicos liderados por  Vishwa Deep Dixit en la Escuela de Medicina de Yale University exploraron los efectos inmunológicos y metabólicos de la restricción y sus hallazgos aparecieron en la revista Science.

Trabajaron con participantes entre 25 y 45 años, que durante dos años siguieron una restricción del 25 % en su ingesta calórica.

Al finalizar, mediante imágenes de resonancia magnética se examinó el timo, un órgano que produce las células T del sistema inmunológico. Tras dos años, los participantes tenían un timo más grande, tenían menos grasa y producían más células T.

Se encontró que la restricción calórica producía cambios en la actividad de genes en la grasa corporal asociada con las células inmunológicas, varios de los cuales no se habían identificado antes en estudios con animales. Se enfocaron en un gen en particular, Pla2g7, que regula la inflamación, y la restricción inhibía esta actividad.

Al estudiar con ratones sin ese gen, se encontró que ganaban menos peso al consumir una dieta alta en grasas y desarrollaban menos el hígado graso. Además quemaban más grasa. Y los ratones más viejos sin ese gen, padecían de menos inflamaciones y tenían timos más grandes y más productivos.

Estos hallazgos sugieren que, al menos en parte, la restricción calórica mejora la salud.

jueves, 18 de febrero de 2021

Informe raja a Colombia por Covid-19 y medio ambiente

Deforestación para palma de aceite en Sumatra. Foto Wikipedia Commons


¿En qué se parecen Brasil, Colombia, Perú, Indonesia y la República Democrática del Congo? En que han dejado de lado la protección ambiental en favor de proyectos de desarrollo destructivos que están acabando las selvas y afectando comunidades indígenas.

Minas a cielo abierto, plantaciones agrícola industriales, mega proyectos de infraestructura y complejos hidroeléctricos están provocando un auge de la deforestación en estos países, de los que más selvas tropicales poseen, acompañado de un aumento en la violación de los derechos humanos de los indígenas.

La denuncia está formulada en el informe publicado por Forest Peoples Programme. Muestra cómo los gobiernos y productores de estos países tienen una actitud contradictoria frente a la demanda de naciones consumidoras de crear cadenas de suministro libres de abusos de derechos humanos, deforestación y pérdida de biodiversidad.

El informe, titulado Retroceso en salvaguardas sociales y ambientales en nombre de la COVID-19, examina cómo los gobiernos de esos países han utilizado la destrucción económica por la pandemia para justificar el retiro de las protecciones legales sociales y ambientales.

El informe fue preparado por Lowenstein International Human Rights Clinic de la Facultad de Derecho de Yale, la Facultad de Derecho de la Universidad de Middlesex en Londres y el Forest Peoples Programme, con colaboración de comunidades indígenas de los cinco países, recogiendo además trabajos de investigadores nacionales y grupos de apoyo.

James Whitehead, director del FPP, dijo que "no se debería priorizar el desarrollo económica por encima de la protección de los derechos de los pueblos indígenas y los bosques tropicales, especialmente durante la pandemia".

El informe muestra cómo en Colombia se intensificó el asesinato de líderes indígenas y defensores de derechos humanos durante los cierres de emergencia por COVID-19, y la deforestación en la Amazonia ha aumentado más de 80 %.


martes, 16 de julio de 2019

Datos del pasado alertan sobre el duro clima del futuro


El pasado nos recuerda lo que puede suceder en ese futuro cercano al que cada vez se le tema más: los efectos del calentamiento global.

Rocas del Eoceno en río japonés en Taku. Foto Wikipedia

Hoy la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera está en 415 partes por millón y sigue subiendo a año, una concentración no tenida en los últimos dos millones de años.
¿Qué indica ese frío número? Gracias a la paleoclimatología se ha logrado conocer las diferentes concentraciones de CO2 en lejanas épocas de la historia terrestre.
Bloques de material extraídos del suelo brindan esa información.
Así, se ha determinado que durante el Mioceno (hace 23,5 millones a 5 millones de años) los niveles estuvieron entre 400 y 500 partes por millón; en el Oligoceno (hace 33,5 millones a 23,5 millones de años) la concentración estuvo en un rango de 500 a 1000 ppm.
Y durante el Eoceno medio a tardío (hace 55 millones a 33,5 millones de años el rango fluctuó entre 1000 y 1600.
Los niveles descendieron entonces lentamente desde el Eoceno hasta la era preindustrial (alrededor de los años 1800 de nuestra era), una reducción en la que la lluvia tuvo su rol al depositar CO2 en las rocas, donde se almacenó y mediante reacciones llegó a los océanos.
Esos climas más cálidos del pasado no han sido experimentados nunca por humanos. En el Eoceno había cocodrilos cerca al círculo Ártico y palmas en latitudes altas. Esas regiones polares eran más calientes, no había entonces grandes masas de hielo y el nivel del mar era 60 metros más alto que hoy.
Es decir, el CO2 atmosférico es un gran formador del clima en la Tierra. En el Máximo Térmico Paleoceno-Eoceno hace 55,6 millones de años la actividad volcánica inyectó grandes cantidades de carbono a la atmósfera y la temperatura subió 5° C a 6° C. Esa liberación de carbono duró unos 10 000 años y el clima caliente perduró cerca de 120 000 años.
¿Qué pasará a medida que la concentración de ese gas siga acumulándose en la atmósfera año a año como hoy?
 El pasado tiene la respuesta.
(Con información de Yale)