viernes, 12 de noviembre de 2021

La caza de ballenas está descuadrando los océanos

Lo que genera una cacería despiadada: las ballenas barbadas o misticetos, que incluyen la azul, la jorobada y el rorcual han sido cazadas en verdaderas orgías de sangre por la mal llamada flota ballenera y la industria que vive de ella. Su aceite es usado para lámparas, lubricante para autos y fabricar margarina.

La ballena azul, una de las afectadas por la cacería despiadada que desequilibró los ecosistemas marinos. Foto Publicdomainpictures


En solo seis décadas, la vida promedio de una ballena azul, humanos redujeron la población de las azules de 360 000 a solo 1000 y en un siglo mataron más de 2 millones de ballenas, que juntas pesaban el doble que todo los mamíferos sobre la Tierra, relata una nota en The Atlancic.

Es que un estudio publicado en Nature, el ecólogo de Stanford, Matthew Savoca y colegas calcularon por primera vez cuánta comida dejaron de comer todas esas ballenas masacradas por una industria cruel.

Antes de que esa industria las matara, habrían consumido cerca de 430 millones de toneladas métricas de krill cada año. Eso es dos veces el krill que existe hoy y del pescado que se captura en el mundo cada año.

No se crea que ellas estaban acabando con la vida en los océanos. El popó que generan es rico en hierro, fertilizando aguas pobres en nutrientes, generando la base para una nutrida cadena alimenticia.

Cuando una ballena ingiere alimento, absorbe una cantidad de agua mayor que su propio cuerpo, y así ha sido difícil, hasta ahora, determinar cuánto alimento ingieren. Ahora se logró con moderna tecnología, desde drones hasta sonares para con el eco detectar el tamaño de grupos de krill.

Con la magnitud de la cacería se podría pensar que el krill abundaba, pero el análisis encontró que en realidad ha disminuido 80 %. ¿Por qué? Porque el excremento de las ballenas, rico en hierro, ya no fertiliza el mar. 

Este estimula el crecimiento del minúsculo fitoplancton, que sirve de alimento al krill, que es comido por las ballenas.

Con la gran disminución del número de ballenas, los ecosistemas marinos se degradaron y así permanecen. Una muestra de cómo afectar un elemento incide en toda la cadena ecosistémica, pues las especies son parte de una compleja red.



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