¿Qué diría si le dijeran que se echara el aceite quemado de cocina, ese que se ha usado una y diez veces, en su cara? Ni locoooo.
Bueno, resulta que ese aceite, en el cual se han freído papas, carne y quién sabe qué más, es un material barato para producir biosurfactantes que se pueden emplear para cosméticos terapéuticos que regeneren la piel dañada y para controlar el crecimiento de algas en lagos y estanques, dijeron investigadores de Nueva York en la publicación bimensual Biotechnology Progress.
Vishal Shah y sus colegas consideran que los restaurantes, en el solo Estados Unidos, generan cerca de 25.000 millones de galones de aceite usado cada semana. Llamado grasa amarilla, ha sido usado en alimentos de animales y se explora su uso como biocombustible.
Este aceite tiene uso potencial en la producción de soforolípidos, que tienen aplicación como ingredientes en cosméticos terapéuticos, en soluciones germicidas para lavar frutas y para el control de las algas.
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