Es un estudio más, pero sus resultados dan una esperanza: tal parece que la inmunidad para el coronavirus SARS-CoV-2 y su enfermedad Covid-19 dura toda la vida o gran parte de ella.
El estudio provee evidencias de quela inmunidad activada por el virus tiene una duración extraordinariamente prolongada y eso sugiere otra ventaja adicional: la protección de las vacunas también puede ser permanente, aunque hay limitaciones todavía en los estudios por el corto tiempo que lleva el virus entre nosotros.
La investigación fue publicada en Nature. Allí se recuerda que los anticuerpos, esas proteínas que pueden reconocer y ayudar a inactivar las partículas virales son claves en la defensa inmunitaria. Luego de una infección, unas células de corta vida, los plasmablastos, son una fuente inicial de anticuerpos.
Estos anticuerpos disminuyen rápido luego de que el virus es eliminado del cuerpo y otras células duraderas hacen anticuerpos: las células B patrullan la sangre por si hay reinfección, mientras que las células de plasma del tuétano de los huesos se ocultan en estos liberando anticuerpos durante décadas.
"Una célula de plasma es nuestra historia de vida, en términos de patógenos a los que hemos estado expuestos", explicó Ali Ellebedy, inmunólogo de células B en Washington University en San Luis, Missouri, quien condujo el estudio.
Los científicos han presumido que la infección con este coronavirus activa el desarrollo de las células de plasma, como todas las infecciones, pero había señales de que con un Covid-19 severo se interrumpía la producción de estas. Estudios mostraban que los anticuerpos bajaban al poco tiempo.
El equipo de Ellebedy rastreó la producción de anticuerpos en 77 personas que se habían recuperado de un covid leve. Los anticuerpos declinaban en los primeros cuatro meses tras la infección, pero ese descenso se hacía lento y más de 11 meses después de la infección todavía se detectaban anticuerpos que reconocían la proteína clave del coronavirus.
Siete meses tras la infección, los pacientes todavía tenían células B de memoria que reconocían al SARS-CoV-2.
Como la aparición del coronavirus es tan reciente, no se pueden hacer estudios a más años, cinco o diez siquiera para ver el comportamiento del sistema inmunitario. El equipo encontró señales tempranas de que una vacuna analizada, la de Pfizer, también aumentaba la producción de esas células.
Como es una posibilidad latente de que variantes del virus limiten los efectos protectores de los anticuerpos, se requeriría un refuerzo de la vacuna para restaurar los niveles. Y eso es lo que cree Ellebedy.
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