Cuando batió sus alas y voló a la libertad, terminaron ocho meses de tortura para un caracara en el Huila (Colombia) un ave rapaz que sufrió el abuso de humanos sin humanidad.
Al ave le cortaron el plumaje de sus alas para tenerla como mascota. Fue llevada en octubre pasado a la Corporación Autónoma Regional Alto Magdalena-CAM, que comenzó su proceso de recuperación en el hogar de paso de fauna silvestre en Neiva, atendida por médicos veterinarios y biólogos.
¿Qué le hicieron? Los especialistas tenían incentivar el crecimiento del plumaje hasta alcanzar su tamaño original que le permitiera volver a volar.
"Tras ocho meses, se logró nuevamente que las plumas de las alas de este caracara volvieran a crecer poco a poco al punto que esta grandiosa ave rapaz pudiera regresar a su entorno natural y surcar los cielos del Huila" dijo Camilo Andrés Charry, médico veterinario de esa corporación.
Esta especie, Caracara cheriway, cumple un papel importante en el ecosistema porque ayuda a combatir la proliferación de algunas especies de plagas. También tiende a ser carroñera, con lo que ayuda a controlar la proliferación de bacterias y a disminuir la contaminación por la presencia de cadáveres de distintos animales.
Un caso exitoso en medio del consolidado tráfico de animales de especies silvestres, muchos de ellos capturados y vendidos para ser mascotas, desnaturalizándolos y proporcionándoles un sufrimiento enorme.
En días pasados, las corporaciones Cormacarena y Corpochivor liberaron 38 individuos silvestres de varias especies que habían sido víctimas del tráfico ilegal y la tenencia como mascotas: 4 monos maiceros, 31 tortuga morrocoy, un venado, una tamandúa (oso melero) y un puercoespín.
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