miércoles, 21 de agosto de 2019

Este sí que es un mundo raro


¿Se imaginan un mundo rocoso, cubierto de lava seca, muy caliente por un lado y frío por el otro?

Dibujo de cómo debe ser este nuevo mundo estudiado. Imagen cortesía Nasa/JPL-Caltech/R.Hurt

Ese mundo se denomina LHS 3844b y está a 48,6 años luz de nosotros, orbitando una estrella enana, el tipo más común y de enorme longevidad.
La superficie de ese planeta semeja la de Mercurio o la Luna. No debe tener atmósfera y está cubierto por el material volcánico ya frío.
Con un tamaño 1,3 veces el de la Tierra, su temperatura es de 770° Celsius en el lado que da a su sol, pues está atado gravitacionalmente. El otro debe ser muy frío.
Eso sugiere el estudio publicado en Nature, primera vez que un telescopio como el Spitzer, que esencialmente analiza el infrarrojo, mide la atmósfera y la composición de un mundo tan pequeño.
Fue descubierto en 2018 por el Transiting Exoplanet Satellite Survey (TESS) de la Nasa mediante el método del tránsito, es decir detectado cuando pasa delante de su estrella, disminuyendo el resplandor, visto desde nuestra posición.
El Spitzer fue capaz de detectar luz del mismo planeta, cuyo año dura solo 11 horas. Al ser tan caliente irradia en infrarrojo, la especialidad de este telescopio espacial.
Los astrónomos determinaron que hay muy poca transferencia de calor del lado que da a la estrella hacia el que nunca la mira, debido a la ausencia de atmósfera. No hay aire para transferir el calor.
Es la primera vez que se determina esa condición en un planeta fuera del sistema solar.
En comparación con estrellas como el Sol, las enanas del tipo M como esa donde gira el mundo estudiado, emiten luz ultravioleta en altos niveles, luz dañina para la vida y que erosiona la atmósfera.
Son estrellas violentas en su juventud, con enormes llamaradas que emite con frecuencia, destruyendo las atmósferas de cuerpos cercanos.
Un mundo raro.

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