Hay veces en que es bueno que la pareja admita un tercer miembro sin romper la armonía. Sí, un trío. Es lo que en ocasiones hacen las grullas sarus. Aves conocidas por su romanticismo, por formar parejas estables. Son conocidas por su monogamia, pero...
Cuando las condiciones no son buenas y se requiere ayuda para levantar las crías, un tercero es bienvenido. Incluso cambian la típica canción en dueto para formar un trío.
Eso dice un estudio publicado en el journal Ecology, encabezado por K.S. Gopi Sundar, científico de la Fundación Nature Conservation en India. Siguió una pareja, mejor, un trío, durante 16 años. Y pronto con asistentes se dieron a buscar otros y esa conducta, determinaron, no es extraña: detectaron 193 entre 11 500 avistamientos de grullas.
El estudio encontró que cada uno entonaba su propia canción, no eran duetos, sino verdaderos tríos.
Viven en áreas de baja calidad, donde no abundan los humedales. Para una pareja criar sus polluelos en esas condiciones es problemático, pero una ayuda extra es bienvenida y aumenta las probabilidades de éxito. Solo dos de los tres se aparean. Cuando ponen los huevos, la hembra desaparece y cuando la cría tiene un mes más o menos, regresa y ayuda a alimentarlo.
¿Cómo es posible esta conducta? Para Sundar, podría ser que el tercero tenga alguna relación con alguno de la pareja, que comparta genes, pero es hasta ahora especulación.
"La única ventaja para el tercer miembro es que gane experiencia", dice. Aprende a defender el nido y a alimentar las crías.
Puede ser además una adaptación a circunstancias adversas, que es cuando se ha visto la mayoría de los tríos.
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