Un poco de miedo no hace daño y, por el contrario, puede beneficiar. Los fantasmas, las historias de terror, las casas encantadas, los muertos vivientes... todas esas creaciones que generan temor ayudan a la persona.
¿Pero ayudan a qué? Científicos de Aarhus University en Dinamarca sugieren que el miedo creado por experiencias recreativas puede reducir inflamaciones en personas con bajo grado de inflamación.
Las reacciones de miedo y temor agudo son mecanismos fundamentales de supervivencia que activan el sistema adrenérgico, accionado respuestas de pelee o huya. Mientras el estrés crónico se asocia con un no saludable bajo grado de inflamación, la activación breve de este sistema ha sido visto que impacta de modo positivo el sistema inmunitario. Entonces el grupo de Aarhus estaba inquieto acerca del potencial efecto de la exposición al miedo voluntario en los niveles de inflamación en personas.
En su estudio, publicado en Brain, Behaviour, and Inmunity, los investigadores reclutaron 113 visitantes adultos a una atracción de una casa embrujada en Vejle, Dinamarca. Con una edad media de 29.7 años, eran 69 mujeres y 44 hombres. La frecuencia cardiaca fue monitoreada a través del evento, que duró 51 minutos, y los participantes reportaron los niveles de miedo con una escala de 1 a 9.
Se recolectaron además muestras de sangre antes, inmediatamente después y a los tres días para medir una proteína reactiva C de alta sensibilidad y conteos de células inmunológicas. 22 participantes tenían inflamación leve antes del evento, 18 mostraron un descenso en los niveles de la proteína tres días después del evento. El total de linfocitos y leucocitos se redujo en toda la cohorte al comparar los niveles antes y tres días después.
La disminución en los marcadores de la inflamación entre aquellos con bajo grado de inflamación al comienzo sugiere que la experiencia recreativa asustadora puede reducir las respuestas inmunológicas. No se encontró diferencia proporcional significativa en el número de participantes con bajo grado de inflamación cuando se compararon los niveles durante el evento y tres días después.
Los hallazgos se alinean con estudios en animales no humanos que muestran que el estrés agudo puede movilizar células inflamatorias y preparar el sistema inmunitario para un potencial trauma o infección.
Las personas se involucran con frecuencia en actividades que generan miedo con fines recreativos, desde historias de fantasmas, bromas de susto, filmes de terror y atracciones embrujadas. El estudio sugiere que esas experiencias no solo generan emociones sino también potenciales beneficios para la salud al modular las respuestas inmunitarias.
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