Es una paradoja: mas y más personas se trasladan a vivir a las ciudades en busca de mejores condiciones de vida, situación que aumenta el ruido, el tráfico vehicular, la contaminación, más cemento y menos áreas verdes. Por eso la población urbana en muchas ciudades no dispone de espacios verdes para recreación y manejo del estrés.
Un estudio de Empa y Swiss Federal Institute for Forest, Snow and Landscape Research reafirmó el potencial de las zonas verdes urbanas para la recreación ciudadana y la reducción de los niveles de estrés.
La investigación se hizo de manera novedosa: mediante realidad virtual. En una primera fase en laboratorio especializado, las personas fueron sometidas a situaciones estresantes: resolver contra el cronómetro unas pruebas mientras escuchaban un tráfico vehicular pesado. El estrés fue medido mediante el sudor en las manos.
Luego con lentes para realidad virtual se sumergían en un ambiente urbano con pocos ruidos citadinos o en un paisaje enb área rural con un ruido natural de fondo.
Tras sumergirse en este último escenario, los participantes estaban más calmados, más relajados y mucho más concentrados que en el escenario urbano.
Claudia Kawai, investigadora de Empa, comentó que "Al comienzo, había un efecto de relajación en los dos escenarios con realidad virtual, pero al final el nivel de estrés disminuyó de modo significativo más en el ambiente verde".
Los investigadores lograron probar el efecto negativo del estrés en el cuerpo mediante un aumento de la conductividad en la piel por la secreción de sudor. Sin embargo, esos síntomas físicos del estrés solo se presentaban cuando las personas estuvieron expuestas al ruido en la situación estresante y tenían que resolverlas tareas al mismo tiempo. El ruido del tráfico, de otro lado, siempre fue percibido como fastidioso, independiente del estrés adicional añadido.
Los resultados fueron corroborados luego en estudio de campo, en el cual investigadores visitaron más de 230 voluntarios en Zurich, que viven en ambientes con diferentes grados de polución por ruido y verdor.
La investigación fue publicada en Journal of Environmental Psychology.
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