No pocas personas, por curiosidad o satisfacción, buscan conocer sus ancestros, el árbol genealógico tras de su existencia. No es sencillo muchas veces. ¿Pero qué tal investigar nuestro pasado hace 10 000 0 más millones de años?
Con Inteligencia Artificial, astrónomos determinaron el árbol de la galaxia en la cual vivimos, la Vía Láctea y descubrieron que se tragó varias galaxias menores, incluso una que no estaba en los libros de nadie.
Ese pasado lo describo a continuación.
Para determinar el árbol, se basaron en cúmulos globulares, densos grupos de hasta un millón de estrellas tan viejos casi como el universo mismo. La Vía Láctea tiene unos 150 de estos cúmulos.
Los astrónomos encabezados por Diederik Kruijjsen del Center for Astronomy en la Univeridad de Heidelberg, Alemania, y Joel Pfeffer, de Liverpool John Morres University, usaron, tal como se sabía de tiempo atrás, como fósiles para reconstruir el ensamblaje de la galaxia.
Mediante simulaciones de computador muy sofisticadas, establecieron las edades, composiciones químicas y el movimiento orbital de los cúmulos y las propiedades de las galaxias en las que se formaron.
Así, determinaron no solo cuántas estrellas tenían esas galaxias sino cuándo se fusionaron con la nuestra. Encontraron una colisión que no se conocía, con una galaxia a la que llamaron Kraken, tal vez el choque más significativo que experimentó la Vía Láctea. Se creía que la fusión con la galaxia Gaia-Encelado, ocurrida hace unos 9000 millones de años, había sido la principal.
Pero la colisión con Kraken ocurrió hace unos 11 000 millones de años, cuando la Vía Láctea era cuatro veces menos masiva. Un choque que transformó la fisonomía de nuestra galaxia.
Y acá completo el árbol genealógico:
La Vía Láctea se ha comido en su historia más de cinco galaxias con más de 100 millones de estrellas. Con las más masivas chocó entre hace 11 000 y 6000 millones de años. Esas galaxias son Sagitario, Sequoia, Kraken, Helmi streams, Gaia-Encelado.
Una historia increíble.
Árbol genealógico de nuestra galaxia. Imagen D. Kruijjsen/Heidelberg University
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