sábado, 28 de noviembre de 2020

La Tierra, más cerca de lo que se creía del agujero negro de la galaxia

Posición del Sol y la Tierra. Las líneas negras señalan los brazos de la galaxia y las flechas el movimiento de distintos objetos. Imagen NAOJ


De los objetos fascinantes en el cosmos, pocos llaman tanto la atención como los agujeros negros. Enigmáticos. La imaginación vuela y se pregunta, ¿qué será caer en uno de ellos o tan solo acercarse?

En el centro de neustra galaxia, como en el de casi todas, existe un gran agujero negro. La Tierra y nuestro Sistema Solar se encuentran algo alejados de ese tormentoso centro donde residen varias estrellas y al agujero cae polvo y gas en grandes cantidades.

Hasta ahora se estimaba que estábamos a unos 27 700 años luz de semejante monstruo (por su masa), en uno de los brazos externos de nuestra galaxia, la Vía Láctea, que tiene de extremo a extremo cerca de 200 000 años luz.

Pero un proyecto japonés acaba de dar una nueva medición: estamos más cerca de ese gran agujero de lo que se había estimado antes. Y no es que la astronomía haya fallado: es que como estamos dentro de la galaxia no es fácil ver de lado a lado.

No solo estamos más cerca sin o que la Tierra se está moviendo más rápido de lo que se conocía en su órbita alrededor del centro. Lógico, con todo el Sistema Solar en el cual estamos inmersos.

El proyecto de radioastronomía Vera trabaja desde 2000 haciendo el mapa tridimensional y de las estructuras espaciales en la galaxia.

Vera entregó este año resultados de todos estos años de observaciones de 99 objetos.

Se pudo determinar así que la Tierra anda mucho más cerca del agujero. De hecho, 2000 años luz más cerca del centro galáctico: a 25 800 años luz, más cerca de lo que en 1985 había acogido la Unión Astronómica Internacional.

Pero no es el único resultado: la Tierra, además, viaja a 227 kilómetros por segundo alrededor del agujero. Más rápido que el dato oficial que se tenía que era de 220 kilómetros por segundo.

Esto no sugiere que algún día vamos a caer engullidos por el agujero. Solo se trata de conocer un poco más nuestro lugar de residencia dentro de la enorme Vía Láctea.

El estudio apareció en Publications of the AstronomicalSociety of Japan.

 



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