Que estos son traviesos, los otros dóciles y los de más allá muy bravos. Eso dicen los expertos al clasificar el comportamiento de cada una de las razas de perros. Pero no, no es así.
Un estudio en Science demuestra que cada perro tiene su personalidad y no hay algo así como una característica única de una raza.
La conclusión la obtuvieron los investigadores tras comparar el comportamiento y la ancestría de más de 18 000 perros, encontrando que aunque esta última afecta la conducta, la raza tiene mucho menos que ver con la personalidad de lo que muchos creen, incluso expertos en el tema.
Desde hace miles de años los humanos han estado moldeando los perros según sus necesidades, básicamente por su capacidad para el trabajo o para ser guardianes frente a amenazas. Pero solo hace unos 200 años comenzó, en la Inglaterra victoriana, la selección de razas para rasgos que se consideraban agradables estéticamente, experimentos que condujeron a las razas, que hoy siguen generándose.
Así, los expertos y los clubes de caninos establecen características para las razas, pero Elinor Karlsson, de la University of Massachusetts en Worcester, dijo, citado por Nature, que "quien haya tenido ocho perros de la misma raza puede hablar de las diferencias de personalidad" entre ellos.
Él, con sus colegas, encuestaron a miles de tenedores de perros, además secuenciaron el ADN de perros para ver si su ancestría tenía que ver con el comportamiento.
¿Que hallaron? Que algunos rasgos son más comunes en ciertas razas. Por ejemplo los pastores alemanes se pueden dirigir mejor, los beagles no tanto. Además, las razas mezcladas con una ancestría particular eran más dadas a actuar de determinada manera.
Pero en promedio la raza explicaba apenas 9 % de las variaciones en cómo se comporta un perro, un número "mucho más pequeño que la mayoría de la gente, incluido yo, habría esperado", dijo.
"Hablamos sobre las razas como si fueran categóricamente diferentes, pero en realidad ese no es el caso".
Los análisis genéticos revelaron 11 regiones del genoma relacionadas con conductas específicas. La relación más significativa estaba entre una región del genoma que en humanos está vinculada con el desempeño cognitivo, pero en los perros aumentaba la posibilidad de permanecer detrás de objetos.
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