No hay madre que se sacrifique más por su hijo que la orca, a pesar de la fama de depredadoras insaciables. Lo crían y protegen incluso cuando ya está muy grande. No lo desamparan y le consigue incluso alimento.
Eso muestra una investigación publicada en Current Biology. Un caso hasta ahora único, pues las orcas sacrifican su propio bienestar reproductivo por estar siempre al lado de su cría.
Michael Weiss, University of Exeter, y colegas estudiaron un grupo de orcas aguas afuera del estado de Washington (Estados Unidos) y British Columbia (Canadá). Un grupo que ha sido monitoreado desde 1976 por el Center for Whale Research.
Querían saber si el cuidado que las orcas adultas, en particular machos, reciben de sus madres viene con un alto costo para ellas. Hallaron que por cada hijo vivo, las chances de que la madre tenga otro se reducen 50 %, un costo demasiado elevado para ellas.
Los hallazgos sugieren que hay beneficios altos también por mantener sus hijos adultos vivos y bien. Pero la población de ballenas estudiadas tiene otra característica: está amenazada por sus tasas reproductivas bajas.
Los científicos analizaron la relación de una orca con su hijo. Siempre se mantenían juntos, tocándose y flotando en la superficie y compartiendo los salmones. Uno al otro eran los mejores amigos.
La madre estaba pendiente para proveerle alimentación. Bajaba a capturar presas, comía una parte y la otra se la dejaba a su hijo, que nació hace ya 20 años.
Pero no fue solo esa pareja. En el grupo encontraron otras madres que hacían lo mismo por sus hijos adultos, teniendo una menor tasa reproductiva. Nunca dejan de estar con él y ayudarle con la alimentación.
Es más: no es extraño que cuando la madre fallece, al año o los dos años muera el hijo porque ve reducida la cantidad de alimento al no estar ella.
Un costo elevado que ellas asumen para que el hijo siempre esté bien.
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