jueves, 13 de octubre de 2022

Implantan células humanas en ratas, ¿se viene un monstruo?

Organoide tipo cerebro humano (verde fosforecente) implantado en el cerebro de una ratita recién nacida. Foto Stanford University.


Aunque solo en la ficción existe el hombre murciélago, en la vida real podría llegar el ratón humano o el humano ratón, depende de donde se mire, de acuerdo con un logro publicado en la revista Nature, que concita el entusiasmo de los científicos pero también genera interrogantes éticos y produce cierto escalofrío.

El caso es así: estructuras humanas tipo cerebro en miniaturas fueron implantadas en ratas y respondieron a estímulos en los bigotes de los roedores. Una demostración de que las neuronas crecidas a partir de células madre pueden entrar en interfaz con células nerviosas de ratas vivas, hecho que podría conducir a ensayar terapias para trastornos cerebrales en humanos.

Se podrían estudiar trastornos neurodegenerativos y neuropsiquiátricos, si bien esas estructuras, conocidas como organoides, hasta ahora solo imitaban los cerebros humanos, no desarrollan vasos sanguíneos de modo que no podían recibir nutrientes, es decir  no lograban prosperar por mucho tiempo. Tampoco recibían la estimulación necesaria para crecer plenamente.

Para lograr esa estimulación, científicos de Stanford University desarrollaron esas miniestructuras a partir de células madre y las inyectaron a cerebros de ratas recién nacidas. Las insertaron en una región cerebral conocida como la corteza somatosensorial, que reciben señales de los bigotes y otros órganos sensoriales y las transmiten a otras regiones cerebrales para su interpretación.

El experimento funcionó, se logró una integración exitosa, que fue como añadir otro transistor al circuito, dijo Sergiu Pasca, investigador del proyecto.

Los científicos elaboraron genéticamente las neuronas para activarse con luz al ser estimuladas mediante un cable de fibra óptica puesto ene l cerebro de las ratas. Las entrenaron y pudieron ver mediante esa luz que las células humanas se habían integrado muy bien.

No es un tema concluido. Todavía falta desarrollarlo más. Surgen en este punto inquietudes éticas. Primero, el posible sufrimiento de los roedores sometidos a los experimentos para generar el híbrido roedor-humano, que exista la posibilidad de crear animales con cerebros tipo humano.

El año pasado un panel de expertos concluyó que los organoides de cerebro tipo humano aún son muy primitivos para desarrollar conciencia, tener inteligencia humana u otras capacidades que requerirían regulación legal.

Para Pasca, en respuesta a la primera inquietud, las ratas de los experimentos no cambiaron su comportamiento. Frente al segundo, Bur Arlotta, miembro del panel de las Academias de Ciencia que realizó la evaluación, dice que el problema puede surgir a medida que la ciencia avance.

Una rata humano o un humano rata.


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