Hay dos pueblos indígenas en Bolivia que tienen lo que cualquier persona desearía: una salud envidiable gracias a unos niveles adecuados de alimentos y actividad física que maximizan el envejecimiento sano del cerebro y un menor riesgo de enfermedades.
Son los indígenas Tsimané y Mosetén, que habitan las tierras bajas tropicales y selváticas de aquel país sudamericano.
Un estudio de University of Southern California estudio esos pueblos en encontró que experimentan menos atrofia cerebral y tienen una mucho mejor salud cardiovascular en comparación con poblaciones europeas y estadounidenses. Entonces tienen mucha menor incidencia de enfermedades degenerativas como el alzheimer y otras demencias. De hecho, no se encontraron casos en individuos menores de 80 años.
Los investigadores estudiaron 1165 adultos de esos dos pueblos de 40 a 94 años de edad, a los cuales sometieron entre otras a imágenes tomográficas, para lo cual se les proveyó el transporte a un hospital.
No solo midieron el volumen del cerebro según edad, sino el índice de masa corporal, la presión sanguínea, el colesterol total y otros marcadores de energía y salud en general. Los resultados fueron sorprendentes. El estilo de vida que llevan estas poblaciones incide en que la salud de sus miembros sea buena.
Los Mosetén son una población hermana de los Tsimané y comparten lenguas similares, historia ancestral y estilo de subsistencia. Pero los Mosetén tienen más exposición a la tecnología moderna, la medicina y la infraestructura y educación. Muestran una mejor salud que las poblaciones de Europa y Norteamérica pero no tan buena como la de los Tsimané.
Ambos pueblos presentan muy pocos casos de demencia y enfermedad coronaria, derivando en un envejecimiento más sano gracias a sus estilos de vida.
Los Mosetén son unos 3000. Al tener mayor cercanía a costumbres occidentales, su nivel de salud es intermedio entre los Tsimane y las poblaciones industrializadas, pero más bien cercano a los Tsimane. Eran un solo grupo étnico hace unos 100 años.
Los resultados sugieren, en un plano general, que unos estilos de vida asociados con unos corazones sanos se relacionan con menos reducción del volumen cerebral con la edad.
El estudio fue publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
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