El Sol desde el observatorio de Mauna Loa donde se mide la concentración de gases de invernadero. Foto NOAA
La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzó 417,1 partes por millón en mayo, de acuerdo con las mediciones del laboratorio de Mauna Loa en Hawái. En mayo de 2019 había llegado a 414,7 y fue tan solo en 2014 cuando se pasó la barrera de las 400 ppm.
Así es como se mide el CO2 que queda en la atmósfera y actúa como gas de invernadero impidiendo que parte del calor que llega del Sol escape al espacio.
Este aumento continuo se da pese a los acuerdos internacionales para reducir las emisiones y evitar que la temperatura de la Tierra suma más de 2 ° Celsius con respecto a la era preindutrial (finales siglo XVIII).
"El progreso en la reducción de emisiones no es visible en el registro de CO2", dijo Pieter Tans, científico del Global Monitoring Laboratory de la oficina estadounidense del océano y la atmósfera (NOAA).
"Continuamos sometiendo nuestro planeta -durante siglos o más- a más calentamiento global, aumento del nivel del mar y eventos climáticos extremos cada año".
Es que si hoy se dejaran de emitir gases de invernadero (el CO2 es solo uno aunque el más incidente hoy) tomaría miles de años para que ese CO2 fuera absorbido por los océanos y la atmósfera para regresar a los niveles preindustriales.
Con motivo de la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2, las emisiones se redujeron al paralizarse la producción industrial, pero no se refleja en la concentración atmosférica.
¿Por qué? Porque la disminución tendría que ser tan grande para que se destacaran dentro de la variabilidad natural del CO2 provocado por la forma como las plantas y el suelo responden a las variaciones estacionales y anuales de temperatura, humedad ambiente y del suelo. Estas variaciones son grandes y hasta ahora las reducciones por Covid-19 no se notan.
Si las reducciones se mantuvieran de 6 a 12 meses, debería disminuir la concentración medida en Mauna Loa.
Aunque las plantas y los océanos absorben una cantidad de CO2 equivalente a cerca de la mitad de las 40 000 millones de toneladas que se emiten cada año por actividades humanas, la tasa del dióxido de carbono en la atmósfera se ha acelerado. En los años 1960 el crecimiento anual promedio era de 0,8 ppm. Se dobló a 1,6 ppm en los años 80 y permaneció fija en 1,5 en los 90. La tasa creció desde 2000 a 2 ppm anual en promedio y a 2,4 en la década pasada. "Hay evidencias abundantes y concluyentes de que la aceleración es causada por mayores emisiones", dijo Tans.
Un problema al que no se le está prestando suficiente atención.
Algún día será tarde.
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