martes, 31 de marzo de 2020

Así se derriten los casquetes polares

Lago Fryxell en la Antártida, producto del deshielo de glaciares. Foto J. Mastroianni/NSF

Hace solo dos décadas que era 1990, pero en este lapso los casquetes polares se están derritiendo seis veces más rápido ahora que en aquella época. Un indicio claro de que el calentamiento global y el cambio climático se aceleran.
El deshielo sigue el peor escenario entre los contemplados por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). Este sugiere que a 2100 el nivel del mar aumentará 53 centímetros por el deshielo, pero el nuevo análisis sugiere que hay que agregar 17 centímetros más.
Con 70 centímetros más alto, centenares de ciudades en zona costera y cientos de millones de personas padecerán las consecuencias.
Durante la década pasada la pérdida anual promedio de hielo de Groenlandia y la Antártida fue de 475 000 millones de toneladas, seis veces más que los 81 000 millones de los años 90.
Las dos capas polares perdieron 6.4 b illones de toneladas de hielo entre 1992 y 2017, siendo Groenlandia responsable del 60 % de ese deshielo.
 No es un asunto sin importancia. Con cada centímetro de aumento del nivel del mar aumentan las inundaciones y la erosión costeras exponiendo poblaciones enteras.
Es una señal clara del calentamiento global, en palabras de Erik Ivins, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la Nasa, quien dirigió el nuevo estudio. "Las mediciones de satélites entregan a primera vista evidencia irrefutable".
Casi todo el deshielo de la Antártida y la mitad del de Groenlandia surgen de los océanos más calientes derritiendo glaciares que fluyen de los casquetes de hielo.
Cerca de un tercio del aumento del nivel del mar proviene del derretimiento de Groenlandia y la Antárdida, casi la mitad se origina en la expansión térmica de las aguas calientes de los océanos y un quinto de los glaciares más pequeños.
Al comienzo, los casquetes no respondían al calentamiento global. Tardaron unos 30 años en hacerlo, pero ahora se derriten a un ritmo acelerado.
Aunque el mundo no esté consciente de esta situación, prosigue inalterable sin que la mayor parte de los futuros afectados tomen medidas de mitigación y adaptación.

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