Muchos factores inciden, pero que una persona fume o ingiera alcohol tiene mucho de genético. Atérrense: un estudio que tomó datos de más de 3.4 millones de personas encontró casi 4000 variantes genéticas relacionadas con el uso de esas sustancias, según un artículo publicado en Nature.
Es más: más de 1900 de esas variantes no habían sido vinculadas antes a conductas del uso de sustancias, explicó el coautor Dajiang Liu, de Penn State College of Medicine.
Un quinto de las muestras genéticas era de individuos sin ancestría europea.
Aunque las situaciones sociales y las políticas pueden influir en la inclinación de la persona a fumar o ingerir alcohol, hay una sustancial evidencia de que la composición genética puede predisponer hacia esos consumos. "Si podemos anticipar el riesgo de alguien de desarrollar dependencia a la nicotina o el alcohol, usando esta información, podemos intervenir antes y evitar potencialmente muchas muertes", agregó.
Liu colaboró con cien científicos más para evaluar millones de bases de datos genéticas empleando técnicas de 'machine learning' para relacionar variantes genéticas con factores relacionados con fumar y beber. Estos factores van desde la edad a la cual la persona inicia el hábito, hasta cuántos cigarrillos o tragos tiene por día o semana o cómo pueden probablemente detener ese hábito.
Los análisis cubrieron casi 2500 variantes genéticas vinculadas al uso regular del cigarrillo, así como otras 234 relacionadas con cuántos cigarrillos una persona fuma al día, 206 vinculados a si esa persona deja de fumar y 39 relacionados con la edad a la que la persona inicia el hábito.
Mientras tanto, 849 variantes fueron asociadas con cuánto alcohol ingiere la persona a la semana. En total, cerca de 4000 variantes fueron identificadas con el uso de tabaco y alcohol, algunas halladas en genes que se han asociado con la secreción y regulación de la hormona dopamina.
Llama la atención que 724 variantes se hallaron solo como resultado de un análisis multi-ancestría. Liu dijo que la mayoría de estas tienen efectos similares en todas las ancestrías, aunque el riesgo generado para aquellos con orígenes europeos no fueron buenos predictores para otros grupos de ancestría.
Para los científicos, todavía hay mucho para mejorar los resultados obtenidos pese a la gran cantidad de personas involucradas.
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