Aunque para muchos pueda parecer algo lejano y sin importancia, los datos que reveló el Instituto Sinchi generan inquietud: la región amazónica colombiana pierde cada año 716.6 millones de metros cúbicos de agua, situación que afecta la seguridad hídrica del país.
Es que en 9 de los 12 meses del año está lloviendo mucho menos, en especial en febrero, junio, julio y septiembre, de acuerdo con un estudio que analizó el comportamiento de las lluvias entre 1981 y 2020.
Esa disminución ha sido fuerte en zonas donde la pérdida de bosques ha sido significativa. Municipios como Florencia, San Vicente del Caguán y Cartagena del Chairá (Caquetá); La Uribe y La Macarena (Meta); Cumaribo en Vichada; gran parte del Guaviare, el norte del Parque Nacional Chiribiquete y la cuenca media del río Caquetá (hasta La Pedrera, en Amazonas), son algunos de los más afectados con la reducción de lluvias.
Además se encuentra en riesgo la zona de transición entre la Orinoquia y la Amazonia.
La cifra es demasiado diciente: el agua que se deja re recibir en la región amazónica es un volumen que equivale al consumo de agua potable de Bogotá durante tres años, o llenar 2.4 veces el sistema Chingaza, que abastece a la capital.
Los investigadores del Instituto expresaron que el agua que deja de caer no es una estadística, sino que es una señal sobre el futuro del país. De continuar la tendencia, estarán en riesgo millones de personas que dependen de los ríos voladores, no solo en la Amazonia.
Afecta también la regeneración del bosque, la producción de alimentos y afecta servicios como la regulación de la temperatura, la humedad y el almacenamiento de carbono.
Frente a lo que sucede, los investigadores plantean tres acciones:
Detener la pérdida de bosque y asegurar la conservación a largo plazo;
Ampliar las áreas protegidas, priorizando su papel en la regulación climática e hídrica;
Impulsar programas de restauración ecológica, con enfoque en servicios ecosistémicos y participación comunitaria.

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