Peces sobre un coral muerto en marzo. Foto Víctor Huertas
Los que tuvieron la fortuna de conocerla, son unos privilegiados. Aún queda algún tiempo para los demás. Tal parece que esta es la última generación que conocerá la Gran Barrera de Coral en Australia, una estructura submarina de más de 2000 kilómetros, tal como se ha conocido hasta ahora.
Hace cuatro años la temperatura del océano blanqueó los colares y en 2017 se repitió la historia. Y hace un mes se comprobó la misma historia: una enorme destrucción de una de las maravillas de la naturaleza y del planeta.
"Están blanqueados por todas partes", dijo Terry Hughes, director del ARC Center for Excellence for Coral Reef Studies en la James Cook University, quien la sobrevoló con otros colegas, citado por The New York Times.
Lo que vieron y presentaron pareciera una imagen en rayos X de la suerte de una estructura moribunda.
La gran cantidad de masa blanqueada revela que los corales están bajo un serio estrés producido por la temperatura más alta del océano.
Es que los océanos absorben cerca del 93 % del calor atrapado en la atmósfera terrestre por la creciente concentración de gases de invernadero. Se calientan seis veces más rápido de lo que se estimaba hace poco.
La Gran Barrera ha venido sucumbiendo en los últimos años. En el blanqueamiento de 2016 persió 30 % de sus corales, el peor evento desde 1998.
El evento actual es casi tan intenso como ese, situándose en segundo lugar. Una noticia nada buena.
No se ha muerto toda, pero sí grandes pedazos de kilómetros. Antes coloridos, ahora son manchas blancas o grises, quebradas.
En el verano austral, febrero fue récord en la temperatura del océano en los alrededores de la Barrera.
Los eventos de blanqueamiento repetidos van causando mella. Los corales no tienen tiempo de recuperarse a plenitud y cada vez son entonces más susceptibles.
¿Hasta cuándo aguantarán? No parece que fuera por mucho tiempo.
Una tristeza que una estructura que creció durante 500 000 años y sobrevivió a cinco glaciaciones, no sobreviva a su peor amenaza: la humanidad, como concluye un artículo en Quartz.
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