Por hacer bien, a veces se hace mal. En este caso, de modo indirecto. Pues un estudio indica que la fructosa promueve el crecimiento de tumores de melanoma, seno y cervical.
Pero expliquemos:
El consumo de fructosa como elemento dietético se ha disparado en los últimos quinquenios, sobre todo por su uso en forma de jarabe de maíz alto en fructosa, que se emplea como endulzante y también en alimentos ultra-procesados.
Ahora, los científicos de Washington University en San Louis encontraron que no es la fructosa directamente la que causa ese aumento de los tumores. No. Lo que descubrieron es, en modelos animales, que el hígado convierte la fructosa en elementos que nutren las células del cáncer.
El hallazgo podría servir para desarrollar nuevas terapias para distintos tipos de cáncer.
Gay Patti, profesor de Química dijo que "La idea de que usted puede abordar el cáncer con dieta es intrigante". Pero agregó que "Cuando pensamos acerca de tumores, tendemos a enfocarnos en cuáles componentes dietarios consumen directamente. Usted pone algo en su cuerpo y luego imagina que el tumor lo toma. Noes así. Patti puntualizó que "Los humanos somos complejos. Lo que usted pone en su cuerpo puede ser consumido por tejido sano y luego convertido en algo más que el tumor usa".
Los científicos se sorprendieron al ver que la fructosa escasamente era metabolizada en los tipos de tumor que examinaron. Ronald Fowle, primer autor, explicó que "Pronto aprendimos que las células del tumor solas no dicen toda la historia. Igual de importante es el hígado que transforma la fructosa en nutrientes que el tumor usa".
Los investigadores concluyeron que una forma en la cual altos niveles de consumo de fructosa promueven el crecimiento del tumores aumentando la disponibilidad de lípidos circulantes en la sangre. Esos lípidos son bloques constituyentes para la membrana celular, y el cáncer los necesita para crecer.
Patti explicó que "Miramos numerosos distintos cánceres en diferentes tejidos en el cuerpo, y todos ellos seguían el mismo mecanismo".
Por último les cuento que el estudio se publicó en el journal Nature.
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