Hace unos años causó revuelo un informe de un organismo adscrito a la Organización Mundial de la Salud (OMS) según el cual la carne roja se asocia con un mayor riesgo de cáncer.
Un nuevo estudio trae otro hallazgo: un gran consumo de esas carnes y de carnes procesadas se asocia con un peor funcionamiento del corazón.
Se trata de un estudio observacional en 19 408 participantes, quienes reportaban su consumo de carne y los científicos estudiaban la función y la anatomía del corazón.
Se analizaron tres tipos de funcionamiento de este órgano. Primero, resonancia magnética cardiovascular para evaluar volumen de los ventrículos y del bombeo de estos. Imágenes de RMC también, con nuevo desarrollo, para ver el tamaño del corazón y la textura (que indican el buen estado de músculo del corazón). Y se analizó la elasticidad de los vasos sanguíneos (las arterias elásticas son saludables).
Tras tener en cuenta otros factores como el consumo de alcohol, tabaco, ejercicio, presión sanguínea, colesterol, diabetes e índice de masa corporal se encontró que el mayor consumo de carnes rojas y procesadas se asociaba con peor salud del corazón según los tres tipos de exámenes. Quienes más consumían tenían ventrículos más pequeños, peor funcionamiento cardiaco y arterias más tiesas.
También se estudiaron aquellas variables con el consumo de aceite de pescado, hallándose que a mayor consumo mejor función cardiaca y arterias más flexibles.
Las condiciones como la presión sanguínea alta, colesterol elevado, diabetes y obesidad, solo explicaban una parte de la deficiente condición del corazón.
Aunque no se estudiaron mecanismos que inciden en el deterioro del órgano y su funcionamiento, hay evidencias de que la carne roja altera el microbioma intestinal, elevando ciertos metabolitos en la sangre que han sido ligados a mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Un tema para evaluar en otros estudios.
El estudio fue presentado en el congreso anual de la Sociedad Europea de Cardiología.
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