Si está en el campo: salga y tome una buena bocanada de aire. En la urbe, tal vez venga con poca o mucha contaminación, pero en ambas es muy posible que llegue con otro ingrediente: microplásticos.
Un estudio en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) encontró que en el oeste americano está sucediendo eso, que perfectamente puede ocurrir en todo el mundo.
¿De dónde provienen? En el citado artículo, un 84 % llega de las carreteras fuera de las grandes ciudades y 11 % del océano. Los científicos que construyeron un modelo hallaron que los microplásticos permanecen en el aire por casi una semana, suficiente para cruzar océanos y continentes, explicó una nota periodística en Wired.
Los microplásticos son menores de cinco milímetros.
Como los océanos están llenos de plásticos y cada vez caen más, se descomponen y van a las playas, donde el viento los transporta. En las carreteras las llantas de los vehículos a alta velocidad, 90 0 más kilómetros por hora, sueltan estas partículas y el viento se encarga de llevarlas también. No se ve tanto en las grandes ciudades porque la velocidad es menor y el viento sopla menos cortado por los edificios altos.
Se detectó que las partículas de la ropa sintética, las botellas plásticas y los empaques se están moviendo regularmente en el aire, la tierra y el mar, siendo difícil establecer con certeza el origen.
La situación no es igual en todas partes, puede depender del clima, siendo el seco oeste americano propicio para que los vehículos suelten los microplásticos; en Europa ayuda que este material es usado en la construcción de las carreteras.
El estudio sobre la circulación de microplásticos apenas comienza y no se tiene el panorama completo del transporte atmosférico de este material.
Lo cierto es que el plástico va al mar y luego vuelve a la tierra por este mecanismo. No tiene fronteras y puede estar moviéndose por todo el mundo de modo continuo.
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