Quienes más consumen bebidas gaseosas azucaradas tienen un mayor riesgo de diagnóstico de trastorno depresivo mayor, una situación que por alguna razón es más sentida en las mujeres. Esto sugiere un estudio alemán publicado en JAMA Psychiatry.
El estudio incluyó 932 participantes, 405 de ellos cumplían los criterios de ese trastorno., mujeres eran el 67.9 % de la muestra y la edad media de 36 años, así como 527 individuos sanos de control, siendo las mujeres el 65.5 % de la muestra y una edad media de 35 años. Todos completaron un cuestionario sobre el consumo de refrescos.
El mayor consumo de esas bebidas se asoció con un pequeño, pero significativo aumento de riesgo de diagnóstico de la enfermedad en la cohorte general. La asociación fue más fuerte en las mujeres, tal vez por razones biológicas u hormonales. No se observó efecto significativo en los hombres.
El resultado reveló además que la gravedad de los síntomas depresivos se relacionó con el consumo de los refrescos en las mujeres.
El caso es que en mujeres el consumo se relacionó con el aumento de bacterias anaerobias del género Eggerthella, previamente identificadas como factor contribuyente del trastorno depresivo mayor.
El ideal sería reducir ese consumo. La investigadora principal, Sharmili Edwin Thanarajah Universitätsklinikuv Frankfurt, opinó que "Nuestros hallazgos refuerzan la creciente evidencia de que el consumo elevado de bebidas azucaradas y endulzadas artificialmente está relacionado con el riesgo y la gravedad de la depresión, posiblemente a través de una acción sobre el eje intestino-cerebro. Las médicas y los médicos deberían considerar preguntar a sus pacientes sobre el consumo de refrescos como parte de la evaluación dietética rutinaria, especialmente en aquellos con depresión o en riesgo de padecerla y fomentar la reducción del consumo como parte de una estrategia más amplia para el bienestar físico y mental".
El asunto es que como en todos estos estudios, los hallazgos deben ser corroborados o reforzados con nuevas investigaciones.

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