Es difícil encontrar alguien que no haya mirado al cielo nocturno y contemplado la constelación de Orión el guerrero, llamada de diversas maneras por distintas culturas.
En la espada del guerrero, hacia un lado de las tres brillantes estrellas del cinturón, yace una de las regiones del espacio más cercanas a la Tierra que es toda una fábrica estelar. Allí se están formando hay naciendo estrellas y los ojos de los astrónomos no dejan de observar lo que sucede en ese sitio.
Por ejemplo, en una imagen que reveló esta semana el Observatorio Gemini, se aprecian balas supersónicas de gas y los rastros dejados al cruzar a través de las nubes de hidrógeno molecular en la nebulosa de Orión.
Esta se encuentra a unos 1.500 años luz de nosotros. Es una sala cuna estelar que muestra muchos rasgos inusuales relacionados con el efecto de las estrellas masivas en el denso ambiente natal de gas y polvo.
Esas balas, si pueden llamarse así, fueron vistas por vez primera en 1983 y luego en 1992 se pudo precisar que eran eyectadas de muy adentro de la nebulosa tras el surgimiento de un evento violento desconocido conectado con la reciente formación de un grupo de estrellas masivas en el sitio.
Las balas son despedidas de la nube a más de 400 kilómetros por segundo, es decir mil veces más rápido que la velocidad del sonido.
Y para sorprenderse más: se les llama balas por denominarlas de alguna forma, pues las puntas o cabezas son gigantescas: el tamaño típico de una es unas 10 veces la órbita de Plutón alrededor del Sol.
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