jueves, 15 de marzo de 2007

El espectáculo viene de muy lejos

Otra noticia del apasionante mundo d ela ciencia es la siguiente:

Hay un objeto en las confines del Sistema Solar que llama la atención. Se trata del bautizado con el poco rítmico nombre de 2003 EL61, un cuerpo que escapó a la atención del mundo durante la degradación sufrida por Plutón el año pasado, ahora considerado un planeta enano. De hecho, es el tercer planeta enano en tamaño, tras Plutón y Eris, y se halla a al menos 51 unidades astronómicas (cada unidad es la distancia Tierra-Sol, 150 millones de kilómetros).
Nuevos hallazgos podrían convertirlo en uno de los más importantes objetos del cinturón de Kuiper para entender el funcionamiento de este sistema.
Esta semana en Nature, Mike Brown, descubridor de ese objeto, anunció que una familia entera de cuerpos parecen haberse originado en una colisión catastrófica que involucró a 2003 EL61 por el tiempo en que la Tierra se estaba formando.
La conclusión está sustentada en las propiedades superficiales similares y en las dinámicas orbitales de pequeños trozos en la vecindad.
Concluyeron que 2003 EL61 era esférico y casi del tamaño de Plutón hasta que fue golpeado por un cuerpo algo menor hace unos 4.500 millones de años, dejando atrás ese objeto con forma de balón de fútbol americano que se aprecia hoy con un par de lunas, así como muchos fragmentos.
Algunos de los trozos aún orbitan el Sol y están cerca de la órbita de 2003 EL61. El impacto originó una enorme bola de fuego y grandes trozos helados del objeto se partieron y volaron al espacio, dejando grandes rocas cubiertas de hielo, girando de punta a punta cada cuatro horas, por lo que luce como un balón desinflado.
La colisión ocurrió en una región del espacio donde las órbitas no son muy estables. A veces cambian y pueden entrar en la trayectoria del Sistema Solar interior, donde adquieren el nombre de cometas, algunos de los cuales, restos de esa antiguo choque cósmico, pudieron haber golpeado la tierra en algún momento del pasado.
Y esa podría ser la suerte de 2003 EL61, que hoy mide unos 1.600 kilómetros de diámetro: convertirse en el más grande cometa de muchas épocas, 6.000 veces más brillante que el Hale-Bopp de hace una década.
El espectáculo se vería en unos 1.000 millones de años. ¿Quién vivirá para contarlo?

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